Tras numerosas codirecciones con Alfonso Albacete ('Más que amor, frenesí', 'I love you, baby'), David Menkes nos presenta ‘Por un puñado de besos’, su primer largometraje en solitario. La película está basada en el libro ‘Un poco de abril, algo de mayo, todo septiembre’, primera novela de Jordi Sierra i Fabra llevada a la gran pantalla. Autor de casi 500 libros, el escritor catalán afirma sentirse muy contento con el resultado.
“En el Festival de Málaga, (la película) no recibió buenas críticas. Creo que (los espectadores) no han entendido el mensaje y que solamente han visto una película de amor adolescente”.
Y es que el film intenta acercar al público joven, a través de una historia de amor, a un tema delicado: el SIDA. Sol (Ana de Armas) es una chica de 21 años que padece esta enfermedad. Un día decide poner un anuncio en el periódico en busca de un chico con el que compartir su vida. Este chico, como es lógico, debe ser portador de la enfermedad, ya que de lo contrario Sol no aceptaría iniciar una relación con él. Tras leer el anuncio, Dani (Martiño Rivas) se pone en contacto con Sol. Ámbos jóvenes conectan desde el primer momento, pero lo que Sol no sabe es que Dani en realidad no tiene SIDA, sino que su intención es realizar un reportaje sobre la enfermedad para la revista en la que trabaja. Como es de esperar, Dani se enamora de Sol y tarde o temprano tendrá que revelarle su secreto.
Con esta presentación, no hace falta ser un experto analista de cine para saber que se trata de un drama romántico adolescente. Si a ello le añadimos los guapos protagonistas, acompañados de caras que ya hemos visto en ‘Física o Química’ en el caso de Andrea Duro o en ‘Tres metros sobre el cielo’ si se trata de Marina Salas, tenemos otra película más de “chico conoce a chica, chica se enamora de chico, chico se porta mal con chica, chica se enfada y…” (por principios no desvelaré el final, aunque es bastante previsible). Lo que ocurre con esta película es difícil de explicar. La intención es buena, la adaptación es aceptable, Ana de Armas hace un trabajo más que correcto y (¡por favor!) está basada en un libro de uno de los autores más leídos y recomendados en nuestro país. Pero David Menkes se ha equivocado a la hora de dirigir la película a un público exclusivamente adolescente. Este film trata un tema que no resulta cómico en absoluto. Habla de las ganas de vivir de una chica que precisamente por querer vivir más de la cuenta, ha contraído el VIH. Habla de la marginación social de este colectivo, afectado por una enfermedad que portan 130.000 personas en nuestro país. Habla del drama de una chica que va a depender de una medicación el resto de sus días, y que si en el mejor de los casos sobrevive, va a tener muchos problemas a la hora de relacionarse con su entorno. Pero, si es todo tan trágico, ¿por qué la película incita a la risa en las situaciones más dramáticas? No es su intención en absoluto, pero lamentablemente ese es el resultado. Y por esta razón, la sensación de estar viendo una película que trata sobre una enfermedad tan grave se va desvaneciendo minuto a minuto, hasta desaparecer por completo, dejando en su lugar una historia inverosímil.
Antes de abordar la crítica de una adaptación cinematográfica, considero necesaria la lectura del libro en el que está basada. Por la sencilla razón de que si queremos puntualizar aciertos y errores del guión, lo hagamos con conocimiento de causa. Conocer si una incoherencia argumental es cosa del director o se trata de un disparate fruto de la mente del autor del libro, es fundamental a la hora de culpar o elogiar a quien corresponda. Además del nombre de los protagonistas (Jaime y Olga en el libro) y de algún que otro detalle, la película es bastante fiel a la obra. Demasiado, ya que el trabajo realizado a la hora de adaptar los diálogos deja mucho que desear. ¿Por qué digo esto? Pues porque no se pueden poner diálogos del libro entre Jaime y Olga, en boca de Martiño Rivas y Ana de Armas sin cambiar una sola palabra. Bueno, sí se puede. Pero no se debe. Oír a Ana de Armas -con su pelo rosa y su look rockero- decir: “Sólo somos tiempo”, desentona tanto como escuchar a Martiño Rivas preguntar: “¿Ves desconcierto en mis ojos?”. Quizás fuera de la pantalla no se aprecie, pero creedme, en la película está fuera de lugar.
El film tiene puntos positivos, a pesar de todo. Los créditos iniciales son muy originales, y la elección de la música es bastante acertada. En ello toman parte tanto el director como el escritor, que desprenden pasión por los acordes. Paco Ortega compone la banda sonora original de la película. Poseedor de varios premios, este cantante y compositor español ya trabajó anteriormente con David Menkes en ‘Sobreviviré’(1999), protagonizada por Emma Suárez y Juan Diego Botto.
Es de alabar la iniciativa de David Menkes a la hora de rodar una película con un tema tan controvertido como es el del VIH. Con mejor o peor fortuna, la intención de la cinta es buena: intentar acercar al público adolescente a esta enfermedad, que se piensa tan lejana. A través de un personaje carismático y vitalista como Sol se intenta transmitir alegría y ganas de seguir adelante aunque las circunstancias sean desfavorables. El director intenta proyectar el drama a través del estado de ánimo de sus protagonistas, sin mostrar explícitamente la enfermedad. Ni se ven los síntomas, ni son necesarios. La participación de Jan Cornet como Darío, exnovio de Sol y seropositivo, añade los minutos más dramáticos al film. El encuentro entre ambos personajes hace honor al lema de nuestra protagonista: “no odies a quien hayas querido”.
Por último, elogiar la fotografía, que viene de la mano de Gonzalo Fernández-Berridi. La luminosidad y los colores suponen el acompañamiento perfecto a cada paso que da Sol, personaje al que da vida (y nunca mejor dicho) una bellísima Ana de Armas, que repite con David Menkes tras ‘Mentiras y gordas’ (2009), y que es quizás una de las pocas razones por las que merece la pena ir a ver la película.