‘El cristo de la calavera’ (Chus Lara) (C) | Sitges 2024

En la oscuridad de una noche gótica, dos caballeros se enzarzan en un duelo mortal, iluminados únicamente por la misteriosa luz de un farol. Una noble dama, recluida en un castillo, ha tejido una misteriosa conexión con los contendientes. Fuerzas sobrenaturales y sucesos inexplicables determinarán el destino de los duelistas en una noche de horror.

Basada en la leyenda de Gustavo Adolfo Bécquer del mismo nombre, ‘El cristo de la calavera’ nos transporta a un universo inquietante, tupido y frío en apariencia y sentimiento ofertado. Un duelo mortal entre dos caballeros cuya contienda solo tiene de testigo una extraña farola, una siempre pertinente cruz y una tétrica calavera. Esta batalla entre ambos personajes es el principal foco de atención de este cortometraje. Su combate y el saber que irá ocurriendo con el mismo y las consecuencias que podría tener la victoria de uno u otro; todo esto engalanado por lo que, para un servidor, es un punto que le otorga ese plus de calidad al mismo, que es la elección de un paisaje maravilloso en un instante perfecto, en el que noche, niebla, árboles y lejanía hacen las delicias de un ambiente creado por y para evocar desasosiego y una extraña sensación de frío y furor que le siente a la trama excepcionalmente.

Volviendo al combate de ‘El cristo de la calavera’, los caballeros que se enzarzan en el mismo están protagonizados por Alberto Larios y Manu Villasanta. Ambos ofrecen una interpretación que va más allá de ese combate, pues instantes de diálogos y de pensamientos personales hacen pausa entre espada y espada, entre golpe y golpe. No es fácil, seguro, el trabajo realizado por ambos, puesto que los atuendos y la dificultad física que deben encarnar en sus interpretaciones tuvo que ser compleja; pero el resultado es efectivo y la relación entre ambos y con sus propios pensamientos siempre suman y añaden. Claro que, para ello, este guion basado en la leyenda es uno de los puntos más destacables en cuanto a importancia para que esto sea así.

María López Brotón es la tercera en discordia en el equipo interpretativo. Su trabajo dentro de un ámbito muy distinto al de los dos compañeros de reparto no es que sea menos importante para el devenir de la trama en sí; de hecho, instante en las que su semblante es muy diferente al de la cordura es cuando realmente disfrutamos bien de su interpretación y cuando conseguimos entender casi que aún más la trama y el porqué del comportamiento de los personajes. Ya cuando la vimos en ‘La visitante’ de Tony Morales hablamos de su trabajo desde el punto de vista de lo que evoca simplemente utilizando sus expresiones faciales, y en ‘El cristo de la calavera’ tenemos más de lo mismo: un trabajo interpretativo muy plausible.

En términos plenamente visuales, ‘El cristo de la calavera’ es un cortometraje muy efusivo y potente fotográficamente. Ese ambiente ya comentado se une a un trabajo de vestuario y maquillaje que convierte un plano situacional en una envolvente realidad, haciendo que el público se una a los personajes en el combate y a la «realidad» que el propio cortometraje brinda entrando de lleno en esta historia que Chus Lara dirige. Amén de todo ello el guion, que el propio Chus junto con Alberto Larios y Manu Villasanta han tejido, cual red, para desde el instante uno acertar de pleno en el público y su curiosidad con una desagradable voz en off y una muestra de diálogos perfectamente calculados en cuanto a cantidad. Se dice lo que se tiene que decir, pero sin caer en hablar de más o ser aburridos en el tono. Y obviando el lenguaje al que han de hacer frente por época y evitando anacronismos, es bien complejo unir una relación personal; pero más aún una forma de hacerte sentir algo con esas voces no personificadas o con los monólogos que uno tiene consigo mismo.

Si ya a esto unimos que todo está organizado de una manera notable, con los hilos bien hilvanados para ir mostrando, ir creando y girando alrededor de la idea, pero dejando el postre como un premio absoluto, ‘El cristo de la calavera’ te hace bailar a su son con esa coreografía que va a caballo entre el combate épico medieval y la locura menos cuerda posible vestida de castillo infranqueable. Qué bella escena se observa y que instantes bien rodados tenemos como fotogramas que descubrir en la obra…

Por lo que ‘El cristo de la calavera’ se va haciendo a sí mismo conforme avanza; se va creando y rellenando de su propia trama que, a razón de la maravillosa obra de Bécquer como base, es lógico que la teatralidad la lleve por bandera, pero lejos de utilizarla de mala manera y convertirla en un amalgama de sin sentidos, se abraza a una historia que se podía contar y que podía ser vista desde el prisma de la locura mínima y rozando de manera sibilina el terror en algún que otro instante. Es el hacer bien las cosas; el coger una historia potente en contenido y trabajarla, en darle una vuelta de tuerca y volver a trabajarla. En tener la capacidad de dar más a algo, por que restar en algo que es ya bueno es muy sencillo y muy criminal. Si se toca algo es para añadir; y ‘El cristo de la calavera’ suma. A la historia de Gustavo Adolfo; al trabajo y al cine.

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  • Fotografía
  • Edición y montaje
  • Banda Sonora
  • Guion
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