‘Moneyboys’ es una de las películas más solitarias y tristes de los últimos tiempos. Sus protagonistas, a pesar de estar rodeados continuamente de personas y en contacto estrecho con ellas, son almas que pasan sus días escondiendo su verdadero ser y sentimientos. Son infinitos los momentos en los que podrían dejar bajar su guardia pero pocos en los que pueden permitirse ser vulnerables y eso genera una sensación de quietud en todo el metraje que nos hace sentir incómodos durante todo el visionado haciéndonos querer que pase todo rápido, como si así pudiésemos evitarlo.
Fei (Kai Ko) se gana la vida en la gran ciudad trabajando en la prostitución. Su mundo se derrumba cuando se da cuenta de que su familia acepta su dinero pero no su forma de vida ni su homosexualidad. Con el corazón roto, Fei lucha por comenzar una nueva vida.
Sus personajes son todos parias sociales e incomprendidos, algo que se refleja en las escenas domésticas y familiares, donde los prejuicios y la hipocresía están a la orden del día, pero donde también hay hueco para el cariño incondicional que nos recuerda que hay algo de esperanza en este mundo normativo y encasillado lleno de hipocresía y prejuicios.
Fei, interpretado por Kai Ko, es un joven sin estudios y de familia humilde. Su futuro no se espera brillante, pero, como ocurre en una enorme cantidad de ocasiones, vende su alma y cuerpo al mejor postor en un intento de escapar de la miseria que le rodea. ‘Moneyboys’ nunca juzga, solo muestra acciones y las consecuencias que éstas tienen en la vida del protagonista y de quienes le rodean. Casi sin darnos cuenta, los días, meses y años hacen mella en Fei y el joven con ansías de vivir y escapar se encuentra atrapado en una vida en la que casi parece un mero espectador. Un joven que sufre de forma incesante pero que no se permite ni un ápice de felicidad, aunque nunca sabremos muy bien si es porque no es capaz de aceptar su pasado y presente o sencillamente porque no es capaz de reconocer a qué sabe la felicidad.
A lo largo de su camino se encuentra con pequeños oasis de los que desconfía como si de espejismos se tratase, es el caso de Xiolai (JC Lin) y Long (Bai Yufan), quienes, a su manera, intentan protegerle dejando una huella imborrable en su existencia. La cinta se divide gracias a su presencia en escenas que nos ofrecen la sensación de una obra de teatro, quizá en parte también por los planos fijos, las miradas al frente y las pocas transiciones que hay en el conjunto final.
‘Moneyboys’ ofrece una mirada más a amplia a la sociedad china cuando sienta a los amigos del protagonista en torno a una mesa y expone sus realidades. Cada uno de ellos abre su corazón al resto, sintiéndose seguros del círculo en el que se encuentran, siendo entonces cuando se lanzan al profundo pozo que es decepcionar a quienes te rodean y no cumplir con las expectativas de una sociedad estancada en el medievo en la que el honor familiar está por encima de todo y se entiende solo por algo normativo, estricto, obtuso y vacío de emoción como es medir el éxito en base a lo que se gana y la familia que se tiene, olvidando contabilizar el grado de satisfacción vital y la felicidad con la que se pasan los días.
La película habla en todo momento de aceptación, de la valentía y complejidad que hay en el intentar vivir según unas normas propias, y lo hace mientras pone sobre la mesa la pobreza sistemática de jóvenes que tienen que abandonar su hogar en busca de una vida mejor, o al menos, de lo que ellos creen será una vida mejor. Así los veremos marchar y volver, caerse y levantarse. Toda una oda a cualquier persona que cada día lo intenta una vez más, dejando atrás los golpes pasados.
Se reflexiona sobre la hipocresía, el capitalismo exacerbado y las relaciones personales. Todo en la película es acertado a nivel social, pero quizá se entorpece la transmisión de sus mensajes con un metraje excesivo, que de tan pulcro a veces parece aséptico. Sus interpretaciones son brillantes y cada uno de los actores arriesga, y mucho, al meterse en la piel de esos jóvenes que lo ofrecen todo.
Pero si hay una cosa que enamora es su fotografía. La pantalla se llena de tonos púrpura en los momentos de felicidad pasajera, una felicidad que el protagonista no es capaz de realmente discernir, como si fuese ajeno, por completo, al sentimiento, no sabiendo gestionarlo o siquiera aceptarlo. La contraposición de elementos nítidos y colores puros con los tonos tierra y verdes mohosos nos hacen sentir de forma clara los submundos en los que viven los personajes. Todos los aspectos técnicos hacen calar las atmósferas en las que se desarrolla la acción y durante las dos horas que dura la película viajamos a una realidad completamente desconocida que no se hace extraña aunque si amarga, incómoda y triste.
El debut de C.B. Yi se presentó internacionalmente en el Festival de Cannes 2021, dentro de la sección UN CERTAIN REGARD. Posteriormente, en lo que restaba de 2021 y lo que llevamos de 2022, la película ha girado por numerosos festivales nacionales, recogiendo premios de diversa índole en todos ellos. Ahora llega a nuestras salas, por lo que podrás verla a partir del viernes 8 de julio.
Tráiler de ‘Moneyboys’
¿Nos encanta?
Overall
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Edición y montaje
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Fotografía
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Banda Sonora
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Guion
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Interpretaciones
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Originalidad