Entrevista a Cédric Klapisch

Entrevista a Cédric Klapisch realizada en el Hotel Intercontinental el 7 de Mayo del 2.014.

Cedric-Klapisch

(F. J. Guerrero) Ha pasado mucho tiempo entre la segunda y la tercera entrega. ¿Tenía miedo de decepcionar a los fans de la trilogía? ¿Por qué ha tardado tanto?

(Cédric Klapisch) No. Para mí, el objetivo para hacer una trilogía es que hay que esperar diez años. Avancé un poco esto, lo acorté, porque finalmente he esperado solo ocho. Sabía que sería interesante hacer una tercera película si realmente pasaba algún tiempo de margen. Es verdad que sentía la expectativa del espectador: la primera película la hice y nadie esperaba nada, y luego era más sencillo, aunque hubiera que inventar una manera de hacer respecto a la susodicha. La segunda parte también se hizo de una forma bastante espontánea e inconsciente y el tercer film no era para nada inconsciente y para nada espontáneo. Por eso, pensé que había que reflexionar mucho, pasar tiempo escribiendo el guión y no se hizo de la misma manera.

F.J.G.: ¿Cree que la comedia francesa goza de salud en los últimos años?

C.K.: Sí. Sobre todo, lo que veo es que hay un estilo distinto. Entre The Artist, Intocable, las películas de Dany Boon o lo que yo estoy haciendo, no veo ninguna relación. Las películas tienen éxitos distintos con públicos distintos y creo que esto es una riqueza verdadera.

F.J.G.: El actor Zinedine Soualem dice que usted filma los detalles en los que la gente no se fija. ¿Qué detalles cree que ha filmado en Nueva vida en Nueva York, que no estaban en otras películas?

C.K.: No sé si puedo citar un buen ejemplo. Lo que dice sobre Nueva York: yo, cuando veo el sol de esa ciudad, veo que los americanos no quieren pagar impuestos (Risas). Es decir, en Francia pasa lo mismo que en España. En cuanto al suelo de Nueva York, cuando haces bicicleta puedes caerte al suelo y partirte la cara. Un neoyorkino no puede contar nada sobre ese suelo porque es así. Yo, al ser extranjero y saber que en mi país no puedo encontrar un suelo así, puedo contarlo. En una escena hablo de eso, y resulta divertido.

F.J.G.: Usted da una gran importancia al escenario. ¿Qué diferencias percibe entre el Nueva York que conoció en los años ochenta y el Nueva York actual?

C.K.: Efectivamente, estudié Cine en la Nueva York University entre 1.983 y 1.985. En los años ochenta, era una ciudad sucia y agresiva. Podría ser incluso divertida. Era una época punk, era el principio del rap, de las discotecas un poco locas. Era una época alegre pero dura. Ahora, hay que hablar de una ciudad burguesa. Todo se basa en barrios muy chic. Todos los lugares donde había sin techo o prostitutas, ahora hay limpieza y orden. Desde el 11S, se han convertido en una población colectiva y comunitaria. Se nota mucho. Hay algo bastante agradable en el Nueva York de hoy. En el metro, antes había grafitis, era peligroso, y ahora se percibe bastante seguridad. Es realmente un ambiente muy distinto.

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F.J.G.: Sus películas están enraizadas en un momento y lugar muy concreto. ¿Por qué Xavier ahora en Nueva York?

C.K.: La elección de Nueva York guarda relación con el lugar de las anteriores películas. La primera se basaba en Barcelona y para mí aquella era una imagen de la Europa en construcción allá por el año 2.000. Cuando empecé a rodar la película, había pesetas y francos. Cuando acabé de rodarla, ya había euros. Por tanto, había una especie de conjunción. Cuando hice la segunda película pensé que no quería hablar de Europa, así que decidí hacerlo en Rusia, que está compartiendo frontera. En esta película sabía que necesitaba alcanzar una escala mundial, y Nueva York es una ciudad mundial por excelencia. Hay personas de todo el mundo, se hablan todos los idiomas. Era importante esa elección para hablar de la globalización. Las tres películas cuentan la generación que ha asistido a este proceso y al fenómeno de la movilidad. Nuestro mundo está adherido a esta movilidad, a la tecnológica y la amorosa. Puedes cambiar de pareja, de trabajo, de país.

F.J.G.: Las primeras películas parecen más alegres que esta última, en la que se toman decisiones importantes y el protagonista se ve obligado a desplazarse. Continúa habiendo humor pero el tono es un poco más triste.

C.K.: Pienso que no te ríes de las mismas cosas en esta tercera parte. Cuando envejeces, al principio piensas: voy a tener hijos y todo va a ser menos divertido. Pero cuando envejeces, no solo pierdes cosas sino que ganas cosas también. Esta película cuenta eso. No tienes las discotecas de Barcelona pero hay cosas más profundas: sus hijos, sus amigos. Creo que hay cosas que ganan en profundidad y cosas que pierden en ligereza. Eso no significa que no sea alegre. Pienso que los padres jóvenes deben creer que con hijos se van a reír un poco menos, pero puede haber igualmente mucha felicidad.

F.J.G.: Su colaboración con el actor Romain Duris se extiende más allá de esta trilogía. Intuyo que su relación de trabajo se verá mucho más fluida y amistosa que con otros intérpretes.

C.K.: Hemos hecho siete películas juntos y nos conocemos desde hace veinte años. Es asombroso ver la evolución desde entonces. No tengo esta relación con ningún otro actor. Sí que me gusta la fidelidad entre un director y un actor: Scorsese-DeNiro, Scorsese-DiCaprio, Burton-Depp, Mastroianni-Fellini. Me encanta cuando hay parejas así porque hay algo que supera a los dos. Cuenta algo sobre la amistad y deja de ser trabajo al mismo tiempo.

F.J.G.: Bautizó su trilogía como Los viajes de Xavier. ¿Hasta dónde piensa llegar con el personaje?

C.K.: ¿La pregunta es si va a haber una cuarta película? (Risas) Voy a ver qué pasa dentro de unos diez años. Necesito que pase mucho tiempo entre una y otra para ver si nosotros y los actores estamos con ganas de continuar. Estás películas están implicadas por el deseo de los espectadores por seguir viéndolas, por eso hay que esperar.

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