‘Los niños lobo (Wolf Children)’ (Mamoru Hosoda, 2012)

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Mamoru Hosoda es uno de los cineastas de animación japoneses más prometedores de los últimos años y que supone una esperanza más ante una animación que desea marcar un sello autoral frente a la gran industria de anime comercial que abunda actualmente. Fue en 2003 cuando estuvo a punto de hacerse cargo de la dirección de ‘El castillo ambulante’ y ser una de las promesas del Studio Ghibli. Sin embargo, por diferencias creativas, esta colaboración no fue posible y Hosoda se fue al estudio Madhouse donde estrenó la estupenda ‘La chica que saltaba a través del tiempo’ en 2006. Tres años después repetiría el éxito entre la crítica con ‘Summer Wars’.

Sin embargo, fue en 2012, con el estreno de ‘Los niños lobo (Wolf Children)’ lo que haría de Hosoda ser uno de los autores más célebres de la animación japonesa actual. Porque este largometraje fue uno de los mayores éxitos de taquilla de cine de animación japonés no vinculados a sagas de series de televisión, ni a largometrajes dirigidos por Hayao Miyazaki o el Studio Ghibli. Fue también premiada en Sitges en 2012 con el premio a Mejor Película de Animación.

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Durante su etapa de estudios en la Universidad de Tokio, Hana conoció y se enamoró de un Hombre Lobo. Pese a resultar extraño en los primeros momentos, la pareja fue muy feliz durante los primeros años de convivencia. Esa felicidad aumentó cuando tuvieron a sus dos hijos: Yuki y Ame, que nacieron con la capacidad de convertirse también en lobos. Pero, el padre muere en un desafortunado accidente y Hana decide mudarse al campo, donde criará a sus hijos sola y así evitar miradas indiscretas. Con el paso del tiempo, los niños lobos tendrán que decidir en qué mundo vivir: si en el de los humanos o en el de los lobos.

La manera que narra Hosoda esta fábula creada por el mismo resulta mágica, bella y desbordante. Partida en dos actos. El cineasta japonés se sabe inspirar en maestros como el citado Miyazaki o Isao Takahata para mostrar una protagonista con fuerte poder de decisión, que se debe enfrentar a los acontecimientos sola y que decide ir contra los prejuicios de la sociedad japonesa al no buscar una contraparte masculina para criar a sus hijos. En su primer acto, los eventos de la película suceden con rapidez, se presenta de forma espontánea y casi sin sorpresas (el animismo de la cultura japonesa ayuda). La carga emocional cuando la tragedia llama a la puerta de Hana y la entereza con la que lo enfrenta es una de las mejores escenas de esta obra maestra.

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Una vez acaba ese primer acto, el segundo es la vida de Hana y sus hijos en el campo. La forma de integrarse en un ambiente, al inicio hostil, pero que sacará su cara más hospitalaria y altruista conforme vayan conociendo a esta heroína. Aquí Hosoda reivindica, de forma elegante y sutil, el vivir más en sintonía con la naturaleza, recuperar los valores positivos del mundo rural y no perderlos a causa de la invasión de la ciudad a los campos y el maltrato al medio ambiente, en esto recuerda a obras como ‘Recuerdos del ayer’ o ‘Pompoko’ del maestro, ya nombrado, Takahata. No sólo se queda en mostrar dos fuerte puntos en este film, llegando ya a las escenas finales, Hosoda vuelve a mostrar un mensaje sobre la toma de decisiones por parte de los descendientes, si el ser humano o lobos, y la responsabilidad de que esa decisión conllevará a consecuencias irreversibles y el aceptar que los hijos deben abandonar el nido.

Su siguiente proyecto, ‘The Boy and the Beast’, se estrenará en este 2015 y la expectación es máxima. Con una belleza visual y fabulosa técnica, que recuerda a filmes como ‘El verano de Coo’, ‘Arrietty y el mundo de los diminutos’ o la reciente ‘La isla de Giovanni’; ‘Los niños lobo (Wolf Children)’ es una luz de esperanza en esa industria japonesa seca de ideas. Una demostración palpable de que es posible hacer una buena película y tener éxito y apoyo del público. Una fábula actual llena de encanto, valores y reflexión.

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