Una mano izquierda sostiene una fotografía realizada por una cámara Polaroid. En ella se puede ver un trozo de pared y de suelo llenos de sangre. Acto seguido, esa mano izquierda agita la fotografía varias veces y ésta cada vez se ve menos hasta que está totalmente en blanco y entonces dicha fotografía entra (en vez de salir) en la cámara. Después una pistola regresa, como si tuviese un imán, a la mano derecha del mismo hombre que sostenía la fotografía y una bala vuelve a la recámara de dicha pistola.
Esta primera escena aunque nos puede descolocar durante los primeros segundos, no nos supone mayor dificultad pero si nos da una idea de lo que puede ser el devenir de la película en el desarrollo de la línea temporal. En ‘Memento’, el segundo largometraje de Cristopher Nolan, el director inglés hace gala de un hábil juego de alteración del orden temporal con una narración no lineal en el que las diferentes secuencias son como las piezas de un puzzle de 110 minutos de duración que van encajando. Este film, supone el primer gran éxito de Nolan, tal y como podemos ver en el monográfico sobre el director londinense que publicó también para MagaZinema nuestro redactor Jaime García. Además de la principal, hay una narración complementaria, primero paralela y luego tangente. Para que el espectador pueda diferenciar con mayor facilidad este aspecto, Nolan muestra secuencias en blanco y negro, y secuencias en color. La trama complementaria, es la que muestra la mayor cantidad de datos y de detalles necesarios para llegar a comprender realmente la trama. Alguno de estos detalles, es realmente crucial para llegar a comprender con acierto el final de la película y no incurrir en interpretaciones equivocadas.
Protagonizada por una gran Guy Pearce, memento nos cuenta la historia de Leonard Shelby, un hombre que tras sufrir un accidente pierde la capacidad para generar nuevos recuerdos y la memoria a largo plazo (salvo todos los sucesos y hechos de su vida que ocurrieron antes del accidente) y a medio plazo. Como solución a este problema, Leonard decide utilizar una cámara fotográfica para poder reconocer ciertas personas, lugares u objetos fotografiándolos y haciendo anotaciones en la foto.
Podríamos decir que Leonard Shelby vive atrapado en su pasado, y que su única misión en la vida desde que sufrió el accidente es vengarse del hombre que, según cree él, mató a su mujer. Entre medias, en esta interesante historia que capta totalmente tu atención y te mantiene pegado a la pantalla de principio a fin, hace su aparición Teddy (John Pantoliano) y Natalie (Carrie-Anne Moss). Dos actores de peso que realizan un gran trabajo, algo más importante aún en este film que cuenta con un plantel tan reducido en el reparto.
Desde el terreno de la dirección, es innegable que es un film muy trabajado. La película es, en algunos momentos un desafío a la inteligencia del espectador, ya que te contagia de ese clima de confusión que vive continuamente el protagonista. Pero lo que para mí destaca sobremanera es el magistral guión, escrito por Jonathan Nolan, el hermano del director. Tanto es así, que le valió el Globo de Oro al mejor guión en el año 2001 y la nominación a los Oscar en esa categoría ese mismo año.
