La Trilogía del Corneto de Tres Sabores: ‘Arma Fatal’

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El impecable pueblo de Sandford lleva varios años seguidos ganando el premio al mejor pueblo de Inglaterra, y va a seguir siendo así pase lo que pase, pues sus ciudadanos están más que dispuestos a hacer lo que sea necesario para mantener ese cierto estatus alcanzado. Sabiendo esto, no es de extrañar que ciertos lugareños notables se preocupen por la imagen de su querido pueblo, hasta el extremo de llegar a las manos y a la sangre.

Es correcto, acabáis de leer un pequeño spoiler de buena fe, pero ¿qué esperabais que hubiera en una sección llamada Desnudando a…? No, desnudos no, de momento. En fin… ¿Es muy grave esto? Ya lo creo que sí, pues choca de frente con los también estrictos ideales del nuevo agente de policía destinado en Sandford, Nicholas Angel (Simon Pegg). Ambos, Angel y el pueblo, invierten su vida en aquello en lo que creen, hasta el punto de dejar de ser un mero trabajo -o afición de los sandfordianos, que acaba siendo algo más importante que un trabajo para ellos- y convertirse en una obsesión. De nuevo, Edgar Wright vuelve a centrar su película en el trabajo, pero si en la primera parte de la trilogía se establecían vínculos entre la monotonía del trabajo y los muertos que caminan por la tierra, en esta segunda parte, el elemento vinculante va a ser la obsesión. Tan empecinado está Angel con su trabajo, que llega a convertirse en alguien más peligroso que los obsesos de Sandford.

El trabajo, llevado al extremo, puede matarnos; y destacar en el trabajo puede hacer que nos marginen, que nos odien o que nos destinen a un cargo que no deseamos. Pues bien, Angel –no, no le falta la tilde. Debéis pronunciarlo como «Einyel»- es ese pobre bastardo obsesionado con hacer bien su papel de agente de policía, llegando a cuadruplicar el solo los arrestos de sus compañeros del departamento de policía de Londres. Esto hace que le destierren a la trampa mortal de Sandford.

Hot Fuzz 3

Sandford, ese tranquilo pueblo donde nunca pasa nada. Una adorable viejecita a cargo de un inquietante hotel, que contesta con un «tú siempre has estado aquí», ante el intento de hacer check in; el amigo inseparable que le insiste con que lo deje, con el «déjalo, Nicholas (Angel), esto es Sandford»; Angel a caballo, cargado de armas y munición, cual Lee Van Cleef –que también se llamaba Angel- en la conocida cinta del maestro Leone; la imitación intencionada del gesto de Keanu Reeves (Matrix Trilogy, 47 Ronin) de descargar la pistola contra el cielo; o que se abra el maletero de un coche y aparezca un clarísimo plano imposible desde dentro, nos insinúan que quizás en Sandford sí que ocurran cosas. Pero no cosas normales, porque Edgar Wright no es un director normal, sino que ha estudiado todo al detalle, sin dejar cabos sueltos. Mezcla con armonía todos los detalles de la misteriosa trama con los homenajes, directos e indirectos, realizados a multitud de películas. ¿Es esto bueno? ¿Es acaso el constante recurso al homenaje un identificador de buen cineasta? Tarantino también lo hace. ¿Es Edgar Wright un buen cineasta? ¿Es Tarantino un buen cineasta?Solo diré que Django desencadenado (Django Unchained, Quentin Tarantino, 2012) me aburrió, pero continuar por aquí nos desviaría completamente del objetivo de este texto. Puede que respondamos alguna pregunta en algún artículo futuro, puede que explique algún día a qué viene esto de Tarantino, o puede que no.

Que el señor Spencer (Timothy Dalton) guarda un secreto bajo su fachada de exitoso empresario, es algo más que evidente desde su primera aparición. El azul intenso escogido para su corbata, y su maliciosa sonrisa, nos delatan de manera intencionada que hay algo más detrás del dueño de los grandes almacenes de Sandford. Es esa la engañifa de este tipo de películas, pues no sabemos hasta el final si el presunto malo es tan malo como aparenta. Sea o no el señor Spencer un asesino, el ambiente que lo rodea es tan pulcro y ordenado, que desprende un intenso olor a podrido, por no mencionar a su turbadora plantilla. De hecho, todo el pueblo vive en una extraña armonía, que Angel está dispuesto a destripar sin pensárselo dos veces.

Hot Fuzz 4

Si el personaje interpretado por Nick Frost recurría a un corneto rosa para superar una dura mañana de resaca en la primera entrega de la trilogía, en Arma Fatal (Hot Fuzz, Edgar Wright, 2007) se toma no solo uno, sino dos, consiguiendo esta vez que Angel se apunte a la moda de los cornetos. Solo que en esta ocasión el envoltorio del helado va a ser azul. ¿Qué significa esto? Que Edgar Wright ha encontrado en la repetición de este recurso una seña de identidad, pues lo usa hasta tres veces en toda la película; se siente cada vez más cómodo en la dirección, y nos lo demuestra aumentando media hora el metraje, crea una enrevesada trama que resuelve recurriendo al argumento del héroe solitario contra el gran peligro, el final boss, aunque se le vayan uniendo su compañero inseparable, algunos polis más y hasta un caballo. En este aspecto, la primera escena de la película, con un Angel apareciendo solo desde el fondo de la comisaría vacía, hasta un primerísimo primer plano, nos anticipa qué va a suceder. Lo intentaré expresar con más claridad. Él, solo ante el peligro, comisaría vacía, mirada agresiva a cámara, ausencia de ley…

Bien, ya vamos definiendo la simbología del cine de Wright, al menos, para la Trilogía del Corneto de Tres Sabores. Tenemos un género principal, la pareja de colegas inseparables, los homenajes a sus cintas favoritas, el corneto –imprescindible-, algún tipo de crítica al trabajo y un color. Sí, nos falta revisar el color; la corbata azul –en la primera entrega, Simon Pegg la llevaba roja- de Timothy Dalton (Flash Gordon, 007: Alta Tensión), el corneto con envoltorio azul y el color de la seguridad, la paz y la justica: los polis.

Hot Fuzz 5

En concreto, escogió el género de las buddie movies para su segundo largometraje. ¿Cuál elegirá para la tercera película de la trilogía? No lo sé, pero seguro que a Tarantino todo esto le parece una porquería.

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