Durante las últimas semanas que pasé en Barcelona, el aire estaba viciado por una desagradable atmósfera de sospecha, temor, incertidumbre y odio velado. […] La gente parecía pasarse todo el rato conversando en voz baja en los rincones de los cafés, preguntándose si la persona de la mesa vecina sería o no espía de la policía. […]
No sé si podré explicar la profunda emoción que tal gesto me produjo. Parece algo sin importancia, pero no lo fue. Para comprenderlo es necesario recordar cuál era el ambiente de esa época, la paralizante atmósfera de sospechas y odio […].
GEORGE ORWELL, Homenaje a Cataluña
El citar a Orwell es ideal para introducirse en la última película documental de Laura Poitras, ‘Citizenfour’, ganadora del Oscar a Mejor Película Documental y cierre de la trilogía que la cineasta empezó en 2006 con ‘My Country, My Country’ sobre Iraq y que continuó con ‘The Oath’ sobre Guantánamo. Los tres configuran una visión del comportamiento de Estados Unidos tras los atentados del 11 de septiembre de 2001.
En enero de 2013, Poitras empezó a recibir correos electrónicos cifrados a nombre de “Citizenfour”, un anónimo que le aseguraba tener pruebas de que la NSA (Agencia de Seguridad Nacional de EE.UU.) tenía programas de vigilancia ilegal y que colaboraba con otras agencias de inteligencia repartidas por todo el mundo. Al pasar cinco meses, Poitras se reunió con la fuente de información junto con los periodistas Glenn Greenwald y Ewen MacAskill en Hong Kong. La fuente era Edward Snowden, ex empleado de la CIA y de la NSA. Durante sus encuentros, la documentalista llevó siempre con ella una cámara. La película narra esas jornadas con Snowden.
El caso de las filtraciones de Snowden ha sido clave en los últimos años para entender la relación de los sistemas de gobierno actuales con los ciudadanos. Lejos están ya los años de idealismo socialdemócrata. Sin embargo, los detalles de las filtraciones, las consecuencias que hubo en las relaciones diplomáticas, todo ello, ya es conocido gracias a diversos medios de comunicación. Con lo cual, ‘Citizenfour’ tiene la novedad de adentrarse en ese instante histórico; porque este documento periodístico es, ante todo, eso: un documento que es testigo de un momento de la historia. La cineasta inicia el metraje como si se tratase de un thriller de los años 90 o una novela de John Le Carré.
Una vez abierto el misterio, se entra de lleno en el porqué. Se presenta a Edward Snowden. Cierto es que no pretende reflejar su vida personal, esos detalles son meramente secundarios. Snowden se muestra como un protagonista accidentado, uno que realmente no desea ser el foco de atención, sino que quiere que dicho foco sea lo que denuncia. Y ahí es donde hace hincapié Poitras. Lo asombroso, a la par que horroroso, porque es real, es el miedo constante de ser detenido y la intriga que provoca las consecuencias de estas revelaciones.
Durante los días en las que el ex empleado de la NSA está en su habitación en un hotel de Hong Kong, el relato muestra tanto técnica como periodísticamente la manera en que las agencias de seguridad estadounidenses espían y coartan de libertad a sus propios ciudadanos, de cómo usan de excusa la seguridad nacional para escuchar y ver la información del ciudadano de a pie con sólo objetivos económicos o políticos y ante todo, de control. Toda esa confesión está cargada de una angustiosa sensación de estar viendo unas declaraciones a contrarreloj que pueden verse interrumpidas en cualquier momento.
La Constitución estadounidense de 1787 reconoce expresamente en la Primera Enmienda, junto con la libertad de culto, asociación, reunión y petición, la libertad de expresión y la libertad de imprenta. Thomas Jefferson, al oponerse a la Sedition Act Norteamericana de 1798 configuró la libertad de expresión como un derecho natural y llegó a afirmar que si hubiera tenido que decidir entre un Gobierno sin periódicos o periódicos sin Gobierno, no hubiera vacilado un instante en preferir lo último. En Europa el sentido de libertad de expresión viene de la Revolución Francesa cuando se creó la Declaración de Derechos del Hombre y el Ciudadano de 1789, donde en su artículo 11 figura explícitamente.
Eso es lo que, implícitamente, pretende defender Snowden y con él, este documental, que demuestra que tantos años de lucha por defender la democracia han quedado diluidos en ambiciones tecnócratas que se han acentuado con la caída de la Guerra Fría. Poitras deja a la luz antes, durante y después de las entrevistas con el confidente, cuyas acciones recuerdan a las de Garganta Profunda en el caso Nixon, las intimidaciones que se pueden sufrir tanto desde gobiernos como desde grandes empresas por ejercer el periodismo. Los profesionales de la información ya no son tratados como héroes de los ciudadanos como en ‘Todos los hombres del presidentes’ sino que son espiados y vigilados estrechamente, como el caso de la detención de la pareja de uno de los periodistas.
Lo que asusta de este thriller no es tanto su buen hacer, su efecto y factor sorpresa, la angustia que provoca como la intriga sobre cómo finalizarán las cosas sino lo que más asusta es que lo que se ve son hechos reales, no ficción a lo ‘El informe pelícano’. ‘Citizenfour’ es uno de los mejores documentales realizados del último tiempo, íntimo, vehemente y con un mensaje que queda grabado en la retina como tatuaje a la piel. Una experiencia periodística fascinante a la vez que espeluznante.