El estatus de «estrella de cine» es una medalla que no se debería conceder muy a la ligera. Si te da por indagar, descubrirás unos cuantos nombres en el Paseo de la Fama que no sabrías muy bien los méritos que han hecho para dejar su huella grabada a lo largo de Hollywood Boulevard. Otros, sin embargo, se tienen más que ganado el ocupar en ese trono. Tom Cruise es uno de ellos.
No necesita presentaciones, hablamos de un icono. No solo del tío que lucía unas Ray-Ban como nadie en ‘Top Gun’, o que bailaba en calzoncillos en ‘Risky Bussiness’. Atrás quedaron los tiempos de forrar carpetas de quinceañeras en los lejanos ochenta. Y, creo, que atrás ha quedado también su polémica vida privada, desde sus amoríos a su… ehm… religión, pasando por su penoso despido de Paramount. Así que si apartamos todo eso ¿qué nos queda años después? Pues un auténtico profesional de esta industria, un actor-productor que a día de hoy y desde hace unos años tiene control absoluto por todo lo que aparece en pantalla cuando ves una película suya. Y se nota. Desde ‘Collateral’ – y nos situamos en 2004 – todavía no he visto nada suyo que pueda catalogar como malo. Siempre se rodea de gente que sabe lo que hace, e incluso como actor ha sabido ver sus limitaciones y en sus últimas películas ha dado el co-protagonismo a actrices como Rosamund Pike (‘Jack Reacher’), Andrea Riseborough (‘Oblivion’), Emily Blunt (‘Al filo del mañana’) o Rebecca Ferguson (‘MI – Nación Secreta’). Todas ellas acababan apropiándose del mejor personaje de la película, haciendo de motor de la trama y llevando el peso de la misma si hace falta. Perfect. Apúntate otra, Tom. No hay que dejar de recalcar que estas actrices han empezado a tener nombre y hacerse un hueco a partir de su colaboración con él. Cruise no solo se hace a un lado y, en un acto de generosidad actoral, evita todo lucimiento, si hace falta también es un trampolín para sus compañeras.
Porque hablamos de un hombre que sabe de qué va esto. Treinta y tantos años haciendo películas y que te caigan palos por todos lados te avalan y te endurecen. Él sabe qué quieres ver cuando te sientas en una sala de cine. Te va a otorgar dos horas de entretenimiento puro y bien hecho. El cine parte de ahí, lo que haya después puede mejorar la experiencia (o no) pero lo básico, por lo que has pagado, te lo va a dar. Qué raro sería salir de una sala pensando lo mala que es la película de un actor que ya tenía su propia franquicia -Misión Imposible- antes de que los superhéroes se apropiaran de esa palabra. Él ya estaba allí. Como leí en algún sitio, Cruise es de la poquísima gente en Hollywood que respeta el sagrado dinero de tu entrada. Eso debería significar siempre ser una estrella.
Excelente