Porque todos tenemos esos placeres ocultos o culpables que nunca mencionamos en voz alta… TERMINEMOS CON ELLOS
¿Qué puedo decir? No hay nada como una noche sola en casa y un buen té caliente, si, incluso cuando hay 25 grados en la calle, para saber de forma instantánea que película te apetece ver.
Ayer fue una noche de esas en las que dices «hoy voy a ver esa peli que tengo pendiente, voy a aprovechar», y la ves, aun cuando no era realmente lo que querías, ya que lo que anhelabas y no querías dejar traslucir, es que te mueres de ganas por volver a ver esa película que te enamoró por algún pequeño detalle la primera vez.
¿Que ocurre cuando hacemos caso omiso a nuestro subconsciente? Pues que te dan las tantas, porque obviamente no te vas a quedar sin verla, al menos yo no puedo. Es algo superior a mis fuerzas, y aún sabiendo que a la mañana siguiente estaré cansada no puedo evitar darle al play.
Ese momento en el que la película empieza, entrada ya la medianoche es cuando comienzas a relajarte y a desconectar, pues justo en ese momento en el que has sido verdaderamente honesto contigo mismo, hallas paz y tranquilidad por los minutos que dure la cinta. Es la magia del cine, te abstrae, absorbe e invade cuando lo disfrutas plenamente dejándote llevar por ella.
¿Por qué los llaman placeres culpables (‘Guilty Pleasures’)? Básicamente porque los escondemos hasta de nosotros mismos. Los habrá de muchos tipos, pero en el cine yo lo asocio con esa línea de pensamiento (horrorosa y anticuada) que nos lleva a pensar que ver cierto tipo de cine nos hace más débiles, románticos, salvajes o violentos entre otras cosas, y lo que es peor, nos negamos a darnos el gusto de hacer algo que verdaderamente nos apetece, y que en el caso del cine, y está al alcance de nuestra mano, por un simple «que dirán».
Pueden decir lo que que quieran, lo harán de igual manera, independientemente de lo que veamos, comamos, leamos o nos vistamos con. Porque ya está bien de sentirnos culpables y oprimidos, si algo es un placer no debería hacerte sentir culpable, solo debería hacerte sentir bien o mejor dicho, como tengas que sentirte o quieras sentirte en ese momento.
Como cinéfila empedernida me encanta ver películas «de tiros y coches», las devoro, disfruto como una niña chica cuando escucho el rugir del motor o escucho alguna frase de esas que no tienen trasfondo ninguno pero que te hacen soltar una carcajada. Seguro que muchos están pensando, justo ahora acaba de dar a conocer sus «placeres culpables», pero no es así, ya que todo aquel que me conoce sabe que adoro ese tipo de películas, porque me hacen reír y desconectar como pocas, me transportan a un mundo muy alejado del mío y por ello las disfruto enormemente.
Pero no estamos aquí para hablar de mis géneros favoritos, con este post quiero ir un paso más allá y borrar de una vez por todas las líneas que dividen «lo que nos gusta», «lo que debería gustarnos» y «lo que en el fondo me encanta ver, pero no digo por miedo a que me miren raro o juzguen».
Hay tantas películas como formas de sentir y estados de animo, o al menos así me gusta pensarlo. No todos los días podemos ser máquinas perfectas que se sienten exuberantes, se nos está permitido sentirnos tristes, desamparados, enfadados o de cualquier otra manera, y se nos permite sentarnos en soledad o acompañados en nuestro sofá delante de cualquier largometraje que nos apetezca en ese momento.
Porque el cine es un torrente de sentimientos que te inunda cuando te sientas delante de la pantalla, y nada ni nadie debería sentirse culpable por disfrutar de una película que le encanta ver o que tiene mucha curiosidad de disfrutar por vez primera.
Así que atrévete y disfruta de todos y cada uno de tus «placeres culpables» haciendo que dejen de serlo, porque no estás solo/a, no eres el único que estuvo enganchado a ‘Las chicas Gilmore’ 😉
Espero que algún día este concepto del que hablamos aquí esté obsoleto y caiga en el olvido, ya que supondrá que cada uno de nosotros está disfrutando y compartiendo en cada momento el cine que le apetece con las personas que le rodean.