‘La sociedad de la nieve’ (J.A. Bayona, 2023)

‘La sociedad de la nieve’ fue una de las películas más esperadas del festival de Sitges 2023. Desde luego indiferencia no causó. Para el que suscribe, y pese a sus detractores, la nueva cinta de Bayona es muy buena película, si bien no me parece la mejor del realizador.

Esta historia trágica ya había sido llevada al cine en dos ocasiones. En 1976, René Cardona dirigió ‘Supervivientes de los Andes’ y en 1993 Frank Marshall ‘¡Viven!’, cinta más conocida. El nuevo acercamiento por parte de Bayona está muy lejos de ser un remake del filme de Marshall, ya que se basa en el libro homónimo de Pablo Vierci. Con su nueva película ha querido honrar a los “héroes anónimos”, aquellos que finalmente no pudieron regresar a casa.

Aborda la tragedia de una forma brutal, con realismo y extremo detalle visto desde la óptica de una brillante puesta en escena (es un director que siempre tiene talento visual, aunque los guiones sean más flojos que otros, la composición de planos y la narrativa es exquisita) que logra captar el horror y la miseria de los hechos acaecidos. La construcción del drama humano, la amistad entre los personajes también está muy lograda, podemos ver las dudas, los miedos, la vergüenza, el odio… el debate moral se presenta de forma rotunda en este grupo muy unido, pero al mismo tiempo muy diferente entre sí.

La antropofagia se muestra sin paliativos, el proceso de deshumanización se trata de una manera orgánica, convirtiendo algo inhumano en algo natural, las convenciones sociales se dinamitan cuando entra en juego la extrema supervivencia. Gracias a un estilo cinéma vérité, cercano al documental, con muchos primeros planos y cámara al hombro. No creo que, en ningún momento, en ‘La sociedad de la nieve’ haya melodrama (como a veces ocurre en ‘Lo imposible’), todo lo contrario, hay contención, pese a que haya emoción (nunca forzada ni histriónica).

El cine de Bayona siempre germina del asombro, la maravilla y la fascinación, en convertir lo ordinario en extraordinario. Aquí, hay una gran empatía para entender a todos los personajes y las decisiones que tomaron (“no es tanto lo que pasó, sino lo que les pasó”). A mi modo ver se combina perfectamente la épica y el paisaje con la intimidad y la psicología de los personajes, y, entre otras muchas cosas, hay un deseo inherente de comunicarse con los muertos, los grandes olvidados, y precisamente es a través de la ficción (la construcción de un relato) por la cual se hace un ejercicio de memoria sobre aquellos que no volvieron y se da voz a aquellas personas que dejaron de tenerla.