‘Érase una vez el Oeste’. Tiros, mugre y mormones (2025)

Últimamente parece haber un intento de revitalización del western, de ‘Yellowstone’ (ídem, 2018-2024) y sus correspondientes precuelas al fracaso en —a priori— dos maratonianas entregas de ‘Horizon: An American Saga’ (ídem, 2024). Con similar voluntad de fresco histórico y mejor vertebrada que el citado, enésimo patinazo del Kevin Costner realizador, llega a Netflix ‘Érase una vez el Oeste’, perezosa traducción patria para el sugestivo ‘American Primeval’ original.

Paradójicamente, un primer episodio deslumbrante lastra buena parte del metraje posterior. Porque, en efecto, se trata de 48 minutos de altísimo voltaje, agraciados con unos valores de producción que piden a gritos pantalla grande y que nos retrotraen, entre otras, a ‘El renacido’ (‘The Revenant’, 2015). La escena de la masacre de Mountain Meadows, rodada en (falso) plano secuencia de inmersiva brutalidad, constituye un ejemplo de asombrosa pericia técnica a cargo de Jacques Jouffret, director de fotografía al que conviene seguir la pista. 

Los cinco capítulos restantes, insisto en que impecables en el aspecto visual —contrapicados, angulaciones dislocadas y travelling subjetivos denotan la influencia del spaghetti western en general y de las viñetas del ‘Durango’ de Yves Swolfs en particular—, transitan sendas algo más trilladas, caso del western ecológico y con su puntito woke de los setenta o del latido fordiano y, por ende, homérico que se escucha en el periplo-huida de sus protagonistas. Incluso la representación de los colonos franceses como una patulea endogámica de degenerados constituye un tropo habitual. A fin de cuentas, en el western, género tan antiguo como el propio cine —si no más—, está todo inventado.

De hecho, de entre las varias subtramas que la componen, la más interesante, por cuanto novedosa, es la dedicada a la «Guerra de Utah» entre la milicia mormona y el gobierno federal. Opacada por el estallido de la Guerra de Secesión, supone un pasaje escasamente conocido de la historia de los Estados Unidos; de ahí que, por otra parte, se antoje difícil evaluar la veracidad con la que viene recreada. Sí me atrevo a aventurar que los actuales feligreses de la Iglesia de los Santos de los Últimos Días no habrán quedado demasiado satisfechos con la nada complaciente imagen que ‘Érase una vez el Oeste’ transmite de Brigham Young y compañía.

La protagonizan Betty Gilpin y Taylor Kitsch. A ella se la veía bastante más cómoda con el surrealismo destroyer de ‘Mrs. Davis’ que con la gravedad exigible a su rol de madre coraje en el salvaje Oeste. A veces hasta se le escapa la risa, como si ni ella se creyese algunas líneas del guion. En cambio, las limitaciones interpretativas de él se benefician de la reconcentrada circunspección y la inextricable capa de mugre y vello facial que adornan a su personaje. Un antihéroe de la silenciosa estirpe de Clint Eastwood. En cuanto a Kim Coates, compone un Brigham Young quizá mefistofélico en exceso —con esa fisonomía, no cabía esperar otra cosa—, pero de muy eficaz villanía. 

¿nos encanta?
Overall
3.3
  • Fotografía
  • Interpretaciones
  • Banda Sonora
  • Edición y montaje
  • Guion
  • Originalidad
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Cosas buenas:

  • Un primer episodio deslumbrante; tanto, que hace palidecer a los cinco restantes pese a resultar impecables en el apartado visual. 
  • La sobrecogedora reconstrucción de la masacre de Mountain Meadows, brutal e inmersiva muestra de pericia técnica.
  • Los tramos dedicados a la poco conocida «Guerra de Utah». Con todas las pegas que se le quieran poner a su mayor o menor veracidad, aportan motivos novedosos a un género en el que parecía todo inventado.  

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