Crítica de ‘Death of a Ladies’ Man’, una cinta con grietas

‘Death of a Ladies’ Man’, que se estrena en Filmin este viernes, es la historia del descenso a los infiernos de Samuel O’Shea, un profesor universitario que atraviesa una etapa crítica y complicada de la vida a causa del alcoholismo, la ruptura irremediable de su matrimonio y el diagnóstico de una enfermedad terminal.

El director canadiense Matt Bissonnette pone en una situación límite e irreversible a su protagonista, interpretado magníficamente por Gabriel Byrne. O’Shea comienza a tener alucinaciones brutales, que provocan la ruptura definitiva entre la realidad e imaginación.

Los delirios se incorporan sin clemencia a la cotidianidad del personaje, con lo cual el espectador tiene que poner en duda lo hechos que acaecen. El relato, por momentos surrealista, cínico y divertido, está sustentado por célebres canciones del desaparecido Leonard Cohen, a quien el director, en 2002, ya homenajeó en ‘Looking for Leonard’.

El título de la película y algunos temas del maestro–’Hallelujah’, ‘Bird on the Wire’, ‘The Lost Canadian’, ‘Did I Ever Love You’, entre otros– refuerzan lo que sucede en pantalla. La banda sonora aquí se torna imprescindible, es el eje principal que sustenta el filme, sirve de motivo y expresa el comportamiento y angustiado estado de ánimo de Samuel. La melancólica esencia de la obra musical de Cohen se encuentra en el ADN de ‘Death of a Ladies’ Man’.

Buena parte de la película se desarrolla en Montreal, la ciudad natal de Bissonnette, donde Samuel enseña a jóvenes impasibles a la poesía. Pese a que las alucinaciones no cesan, este profesor regresa a su Irlanda natal para recuperar la relación con sus dos hijos y escribir la novela ansiada. En este viaje retorno veremos un hombre persiguiendo su destino, en búsqueda del yo, que observa una falla en todo. A través de las tres partes de la cinta asistimos a la caída de este profesor, un hombre sentenciado pese a su intento de redimirse.

Encadenado a un destino trágico. Su enfermedad tal vez propicia las apariciones de entes fantasmagóricos, uno de ellos es su difunto padre, con quien conversa sobre la identidad, los recuerdos, los lamentos, las ilusiones, los engaños, la vida y la muerte. La figura del fantasma –tan importante en Shakespeare, a quien por ejemplo se menciona– pone de manifiesto la soledad abrumadora del personaje, la miseria de su alma y la búsqueda desesperada del amor. Su comportamiento ante la vida, en algunos aspectos nefasto y reprochable, es una mácula que por mucho que quiera limpiarla sigue estando allí, ensuciando su cuerpo en términos metafóricos.

Pareciera como si el guionista tuviera un muñeco del personaje y le hiciese vudú, sin miramientos y con impiedad, ya que el patetismo se intensifica y se ensancha quizá en demasía, resultando exagerado, y conformando un lienzo de un hombre hecho de fisuras que siempre anda viviendo entre grietas o, lo que es lo mismo, muriendo a cada rato.

Tráiler. VO

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