‘Wakefield’, C´mon, Nik! (Kristen Dunphy, 2021)

El talentoso enfermero psiquiátrico Nik Katira es la persona más estable en la unidad de salud mental de Wakefield en las Montañas Azules de Australia. Cuando su propia cordura de repente comienza a decaer, se encuentra cuestionando la línea entre la realidad y la locura.

Cuando eliges una miniserie de entre las inconmensurables opciones audiovisuales que se te ofertan, corres el riesgo de que el formato corto no consiga crear la profundización psicológica necesaria en los personajes para que acabes creyéndotelos y viviendo la historia como si fuese un episodio más de tu vida. Por razones obvias de tiempo, las miniseries no pueden competir haciendo que empatices con sus personajes como lo harías con un personaje de ‘Friends‘, por ejemplo, con el que casi has compartido piso durante años.

Sin duda, con ‘Wakefield’ no estamos ante uno de esos casos. Kristen Dunphy nos introduce en la intimidad de sus personajes y nos hace sentir sus logros y dolores con portentosa naturalidad. La diversidad de perfiles, el punto de vista narrativo múltiple –poniendo el foco tanto en los trabajadores como en los usuarios del centro de salud mental que retrata- y la narración reiterada de la cotidianidad son algunos de sus puntos fuertes para lograr la verosimilitud.

Sin embargo, ‘Wakefield’ no es una serie realista. Y es precisamente la equilibrada mezcla de fantasía, simbolismo y tono onírico lo que la hacen tan atractiva. De igual modo, es una serie dura pero también divertida y esperanzadora; se inscribe en el thriller y el drama, pero hace significativas incursiones en la comedia musical y el romance, y también podemos hallar influencias del cine social.

Este ‒perfectamente medido‒ eclecticismo cristaliza en una estética de lo más sugerente gracias al entorno natural donde está enclavado el hospital, un personaje al que también se da voz, y sobre todo por un montaje que alterna los planos de la realidad, de los recuerdos y de la imaginación de los personajes, y en el que el sonido tiene un protagonismo esencial en la narración psicológica de emociones. Tan acertada la simulación del síndrome del gusano auditivo en la mente de Nik, el enfermero protagonista, como las escenas musicales coreografiadas que este reproduce en su imaginación como proyección de sus miedos y deseos. Superado con sobresaliente el reto de poner la técnica al servicio del contenido de la serie. 

Si hablamos del mensaje, a riesgo de que cualquier experto en Psicología pueda contradecir estas palabras, también supone un acierto la visión que aporta sobre el concepto de salud mental, desde luego menos morbosa y reduccionista que a la que nos tiene acostumbrados Hollywood. Al menos a mi juicio, naturaliza, desmitifica y diversifica los problemas mentales al mostrarnos sus efectos no solo en población considerada enferma sino en los propios trabajadores del hospital. 

Otro aspecto a favor del equilibrio es que todas las historias, las de profesionales y las de pacientes, son interesantes y merecen su espacio. Gracias al guion y a la calidad de los intérpretes, cada episodio te deja con ganas de saber más de los personajes. No obstante, la trama principal es la que más capta nuestra atracción pues la fuerza interpretativa y el magnetismo de Rudi Dharmalingam es incuestionable (¿Dónde estaba este actor?). Los indicios sobre las angustias de Nik se van desmadejando en un crescendo oportuno hasta presentarnos un desenlace que el espectador probablemente no había podido anticipar al completo, a pesar del camino bien ideado de migas de pan (o mariposas azules, en este caso).  

Tráiler de ‘Wakefield’

¿Nos encanta?
Overall
4.7
  • Fotografía
  • Originalidad
  • Edición y montaje
  • Banda Sonora
  • Interpretaciones
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