Tal como sucediera con ‘El irlandés’ (‘The Irishman’, 2019), ‘Mank’ (ídem, 2020) y, sobre todo, ‘Roma’ (ídem, 2018), una de las mejores películas del año, si no la mejor, viene de la mano de Netflix. Ello cual constituye prueba fehaciente de varias cosas. La primera, que las plataformas de contenidos han borrado de un plumazo las fronteras entre formatos; si bien es cierto que la experiencia inmersiva que nos propone ‘Sin novedad en el frente’ pide pantalla grande y sonido envolvente.
Relato de las terribles experiencias y la angustia de un joven soldado alemán en el frente occidental durante la Primera Guerra Mundial.
La segunda, que el audiovisual de nuestros días no está como para tirar cohetes; pues, aun tratándose de una cinta impecable —la novela de Erich Maria Remarque y un presupuesto lo bastante generoso son una apuesta segura, así lo atestiguan traslaciones anteriores del mismo texto—, no hay en ella nada realmente original, mucho menos sorprendente.
Y la tercera, que en el catálogo de Netflix se da una convivencia tóxica —para el suscriptor, principalmente— entre una nutrida pléyade de horrores y un puñado de obras maestras —algunas; porque ésta, insisto, no llega a serlo—. Antes que ponerse a suprimir perfiles, sus responsables deberían hacer una limpieza de bodrios. Claro, que entonces Netflix se convertiría en Filmin.
Volviendo a ‘Sin novedad en el frente’, su hincapié en los pasajes de acción la acercan más a ‘1917’ (ídem, 2019) que a la versión de 1979 —tengo pendiente la temprana adaptación de Lewis Milestone, conque me abstendré de incluirla en la ecuación—, algo morosa en las escenas de retaguardia, aquí ventiladas con una concisión que el espectador actual sin duda agradecerá.
En efecto, Edward Berger nos mete de lleno en una descarnada colección de «tempestades de acero» —tomo el término del filósofo Ernst Jünger, herido en catorce ocasiones, catorce, durante la contienda— por medio de prolongados travellings a través del barro, la mugre, la sangre, el sudor, las lágrimas y los balazos traperos en un paisaje lunar que, asimismo, bebe a tragos largos de la (anti) estética de Otto Dix.
El resultado es indiscutiblemente satisfactorio, especialmente para los aficionados al género, obsequiados con un crudo verismo que alcanza hasta a las decadentes dentaduras de sus protagonistas. No obstante, todo en ella se antoja visto una y mil veces desde que la ya lejana ‘Salvar al soldado Ryan’ (‘Saving Private Ryan’, 1998) redefiniera el cine bélico.
El inicio, con esa larga escena dedicada al «reciclaje» de uniformes, o más adelante la de la búsqueda de la compañía de reclutas perdida por el camino, apuntaban una impronta terrorífica subrayada por las secas notas de la banda sonora. Lástima que esta vía, ciertamente sugestiva, se abandone en aras del espectáculo puro y (muy) duro.
Tráiler de ‘Sin novedad en el frente’
¿Nos encanta?
Overall
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Fotografía
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Originalidad
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Interpretaciones
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Edición y montaje
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Banda Sonora
Resumen
- Lo mejor: La decidida apuesta por unas escenas de acción rodadas con suma pericia. El expresionismo alla Otto Dix, también en su descarnada banda sonora, ingrediente habitual, y siempre eficaz, en historias ambientadas durante la I Guerra Mundial.
- Lo peor: Todo nos suena, nada nos sorprende. El pronto abandono de una veta, la del cine de terror, que se antojaba muy sugerente.