El pasado 19 de marzo comenzó la segunda edición del Festival Mujeres de cine, que se celebra hasta el 28 de marzo de manera online y que cuenta con diez películas de nueve países diferentes, todas ellas realizadas por mujeres. Las propuestas son muy variadas, tanto de ficción como de documental, abordando temáticas de todo tipo como el amor, la amistad, las raíces, el empoderamiento o la religión.
Entre las películas podemos encontrar varias joyas desconocidas y algunos grandes nombres, como ‘Retrato de una mujer en llamas’ (ganadora del Globo de Oro a Mejor película de habla no inglesa) o ‘Las Niñas’, flamante ganadora de los últimos Goya.
Precisamente en este artículo me gustaría destacar ‘Las Niñas’ y otra película de tintes similares, pero que pasó mucho más desapercibida: ‘La Inocencia‘. Dos películas, dos óperas primas, que abordan desde una perspectiva femenina (la de las directoras y sus protagonistas) dos etapas de la vida tan complicadas como pueden ser la preadolescencia y la adolescencia. Dos coming of age a la española en la que veremos a dos niñas que ya no lo son tanto tratando de descubrir quiénes son realmente.
‘Las Niñas’: encontrar nuestra voz
Qué decir de ‘Las Niñas’, la película de Pilar Palomero tiene muchísimo que aportar. Solo por ella ya merece la pena pagar los 6,95 € que cuesta el abono del Festival.
Ambientada en la Zaragoza del año 92, se centra en Celia, una niña 11 o 12 años, que estudia en un colegio de monjas y que verá revolucionada su rutina con la llegada de Brisa, una niña nueva que viene de Barcelona y con la que entablará una bonita amistad.
Lo que diferencia principalmente a Brisa es que no tiene una mentalidad tan cerrada como Celia o el resto de las niñas de su colegio, por lo que su llegada supondrá una apertura de mente total para Celia, que comenzará a descubrir cosas nuevas.
Estamos ante la transición de la niñez a la primera adolescencia, esas edades en las que nos sentimos un poco en tierra de nadie, demasiado pequeña para ser adulta, pero mayor para seguir siendo una niña. Además, las circunstancias no acompañan a Celia, que vive rodeada de mentiras y cosas que no se dicen, precisamente, por el qué dirán. Al darse cuenta, comenzará a replanteárselo todo y a querer conocer más sobre su pasado, su familia y su propio ser.
De una manera aparentemente sencilla, ‘Las Niñas’ habla de la madurez de Celia a través de las cosas que le pasan. Tiene la tremenda habilidad de hacer hace de lo cotidiano y lo simple lo universal y consigue que te puedas sentir identificado con ella, siendo esto lo que la hace grande.
Palomero cuenta la historia de Celia con una gran sensibilidad y una dirección de actrices digna de ser también premiada. Los silencios y las miradas muchas veces son suficientes para transmitir todo lo que quiere contar. Además, nos enfrentaremos a una escena final sobresaliente que cierra perfectamente el círculo de la película de la manera más emocionante posible. Emocionante y sensible, sin caer en sensiblería.
Se trata también de una película realista, un retrato de la España de los 90, que nos muestra por una parte la “apertura” del país con avances como la Expo de Sevilla o las Olimpiadas de Barcelona, pero que a su vez sigue dando cabida situaciones retrógradas que se ven muy bien reflejadas en la película.
Es especialmente una película recomendable para aquellas personas que en la década de los 90 fueran niños o adolescentes, que la van a disfrutar todavía más, debido a las múltiples referencias, conversaciones, música, juegos o leyendas urbanas de la época. Sin embargo, pienso que está dirigida a cualquier público que pueda disfrutar de estas películas más intimistas.
‘La Inocencia’: decidir nuestro destino
Y en esta línea me gustaría hablar también de ‘La Inocencia’, otra ópera prima de otra directora española, en este caso de Lucía Alemany, con guion suyo y de Laia Soler que nos habla, en esta ocasión, de Lis, una adolescente de quince años, que vive en un pueblo castellonés y cuya vida da un giro de 180 grados cuando le ocurre algo que no esperaba y a lo que deberá enfrentarse tras vivir un verano más las fiestas de su pueblo.
Se trata también de una película casi autobiográfica de trama sencilla, pero con una gran complejidad detrás, sobre todo en lo que no se ve, en lo que no se dice. Nos ponemos en el papel de una joven que con solo 15 años debe enfrentarse a situaciones determinantes para su futuro y que en muchas ocasiones encontrará que no cuenta con los medios o el apoyo suficiente para tomar dichas decisiones.
Lis tiene el sueño de querer ser artista de circo y se encontrará de bruces con la negativa de sus padres y además, tendrá que lidiar con un novio, mayor que ella, cuya relación se vuelve tóxica conforme avanza. Por si fuera poco, se dará cuenta de que no se puede confiar en todas las amigas y, al terminar le verano, descubrirá una noticia que aún lo complicará todo más.
La película transmite frescura, libertad, empoderamiento, pero es cierto que peca en algunas ocasiones de representar situaciones y, sobre todo, personajes demasiado estereotipados de los que puedes echar de menos un mayor desarrollo.
Pese a todo, considero que se trata de una buena ópera prima que te deja con ganas de ver más trabajos de Lucía Alemany y de Carmen Arrufat, la jovencísima protagonista que sorprende y deslumbra con su actuación.