‘Dejar el mundo atrás’. Que el Apocalipsis te pille en el Airbnb | Netflix

Con todos los peros que se les quieran poner, Jordan Peele, M. Night Shyamalan y Adam McKay son realizadores con una voz propia y bastante buenos en lo suyo. Sam Esmail, en cambio, se conforma con emularlos. A los tres, a la vez. En consecuencia, ‘Dejar el mundo atrás’ remite primero a ‘Nosotros’ (‘Us’, 2019), a ‘El incidente’ (‘The Happening’, 2008) después, y a ratos a ‘No mires arriba’ (‘Don’t Look Up’, 2021), sin llegar a decantarse por ninguna de ellas. En dicha indefinición radica el pecado, imperdonable, de esta película.

Las vacaciones de una familia dan un giro escalofriante cuando dos desconocidos se presentan en plena noche buscando refugio frente a un ciberataque que se va volviendo más y más aterrador. En esta situación, todos deberán asumir su papel en un mundo que se desmorona.

En efecto, unas premisas por demás sugestivas —que el Apocalipsis, en forma de gran apagón digital, te pille en el Airbnb— naufragan porque su desarrollo no acierta con el tono que demandaba la historia. Tímida en el componente blaxploitation e ineficaz en su vertiente cómica, si ‘Dejar el mundo atrás’ pretendía erigirse en sátira de cierto preparacionismo redneck, acaba por parecer una apología de éste, trasluciendo un subtexto libertarian un tanto peligroso.

Esmail se muestra capaz de planos de innegable potencia —caso del embarrancamiento del petrolero, o del atasco de teslas accidentados—, así como de crescendos de alta tensión envueltos con unos reseñables efectos sonoros. No obstante, manifiesta un equivalente y desalentador talento para cortarnos el rollo intercalando plúmbeas escenas donde los personajes se echan copazos y vapean mientras se cuentan cosas que el espectador o bien sospecha o —lo que es peor— ya sabe.

En el apartado interpretativo, uno de los a priori puntos fuertes de la película, la pareja de mediana edad integrada por Ethan Hawke y Julia Roberts funciona en gran medida por la profesionalidad de ambas estrellas. Por contra, no existe el mínimo atisbo de química entre Roberts y Mahershala Ali, prueba fehaciente —y algo bochornosa— de lo cual es el bailecito absurdo que se marcan en culminación a uno de los flirteos más aberrantes nunca filmados.

Hawke sí resulta creíble en su construcción de un arquetipo —urbanitas de sólida formación académica y, sin embargo, total y absolutamente desarmados cuando se cae el WiFi— que caracteriza con cáustica fidelidad el mundo que se nos está quedando. Mención especial merece Myha’la Herrold, vista en la última hornada de ‘Black Mirror’ (ídem, 2011-Actualidad), quien se los lleva a todos por delante con esa naturalidad deslenguada y barriobajera a la que, definitivamente, le hubiera sentado mejor la dirección de un Jordan Peele.

Tráiler de ‘Dejar el mundo atrás’

¿nos encanta?
Overall
2.8
  • Originalidad
  • Banda Sonora
  • Edición y montaje
  • Guion
  • Fotografía
  • Fotografía

Resumen

  • Lo mejor: Algunos planos de gran potencia, indicios del talento de un realizador a quien convendría desarrollar una voz propia. El trabajo de Ethan Hawke y, especialmente, una Myha’la Herrold a la que personaje y película le quedan pequeños.
  • Lo peor: La escasa originalidad de la propuesta, mayonesa mal ligada de títulos anteriores y más efectivos. La indefinición de un guion que nunca acaba de decantarse por ninguno de los géneros que —sin éxito— aspira a amalgamar. La nula complicidad entre Julia Roberts y Mahershala Ali, su sonrojante baile.

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Dónde ver Dejar el mundo atrás

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