Crítica de ‘Vincent debe morir’ (Stéphan Castang, 2023)

Cuando se mezclan diversos estilos de una manera tan correctísima como en ‘Vincent debe morir’, solo se puede disfrutar del viaje. Una de las grandes cintas que se disfrutaron en Sitges y que nos lleva a un mundo apocalíptico, a una situación para nuestro protagonista de lo más extraña, que lleva al mismo a ser el principal personaje de esta película con un estilo survival de lo más rápido y ágil, que no da tregua y que en todo momento te mantiene pegado a la butaca. Desde un comienzo en el que la base se va asentando y el estilo de humor con ciertos toques absurdos van apareciendo, ya se va teniendo claro que con ‘Vincent debe morir’ se va a poder disfrutar, reír, agobiarte y hasta sentir una mezcla de empatía y lástima por el protagonista que va cambiando debido a su buen corazón y las relaciones personales que va creando.

El ambiente que tiene en todo momento ‘Vincent debe morir’ muestra una paleta tenue, con pocos ápices de color intenso que aligeren esa sucesión de instantes en las que la tensión superficial es latente. Este trabajo cromático y el ritmo narrativo que contiene, relajándose cuando es necesario y disfrutando de pequeñas situaciones que se van creando, forman una película que cuenta muchas cosas y que te deja saborear los instantes en los que, aunque parezca no contar nada, crea mundo interior y ofrece sensaciones que alimentan más y más la experiencia de ver ‘Vincent debe morir’.

El guion es otro de los grandes culpables de que ‘Vincent debe morir’ sea tan disfrutable. Ácido, con un humor negro interesante y con muchísimas reflexiones de la condición humana y de su comportamiento en momentos como el que están viviendo en la película, pero todo llevado con un estilo muy interesante que te mantiene alerta, que a pesar de como en ciertos instantes tenemos tranquilidad en su fotografía, el guion e, incluso, sus silencios, aportan muchísimo a la tensión y al ritmo que tiene la película. Claro, que aquí tenemos algo muy importante también: el trabajo interpretativo ha de estar a la altura para que sea creíble, y aquí tenemos a un Karim Leklou bárbaro, cómico, intenso, cuya complexión física ayuda a que su personaje y situación sea tan creíble que lo único que puedes hacer es dejarte llevar por como se mueve frente a la cámara y como te oferta todo.

En definitiva, la película es una maravilla en muchos sentidos. ‘Vincent debe morir’ parece no tener ningún prejuicio ni nada que esconder, y eso hace que su naturalidad a la hora de narrarnos la historia sea como cuando charlas con un amigo en la terraza de un bar. Muy, pero que muy fresca y novedosa, y con un estilo muy propio que hace que sea altamente disfrutable.

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4
  • Originalidad
  • Fotografía
  • Edición y montaje
  • Banda Sonora
  • Guion
  • Interpretaciones
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Dónde ver Vincent debe morir

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