‘Una quinta portuguesa’ es más que una película sobre la migración: es un retrato íntimo sobre lo que somos, lo que fingimos ser y lo que nos transforma. Bajo la mirada sensible de Avelina Prat y la interpretación contenida y poderosa de Manolo Solo, el cine se convierte en un espejo que revela —con luz natural, humor sutil y emoción honesta— lo que a veces olvidamos ver.
Carlos Garríes: ¿Qué evoluciona de Vasil a ‘Una quinta portuguesa’? Aunque seguimos en torno a un tema común —la inmigración—, son dos películas distintas, pero el tema está ahí. ¿Es ese el tipo de cine que te interesa ahora? ¿Un cine social, un cine de choque cultural… dos formas distintas de ver el mundo?
AVELINA PRAT: Sí, hay muchas similitudes entre ambas películas, tanto temáticas como en la forma de entender el cine. Es verdad que hay un fondo social, pero contado desde otro lugar.
MANOLO SOLO: Sí, y aunque no se ajusta exactamente a un género, hay elementos de varios: misterio, drama…
Carlos Garríes: A mí me ha gustado mucho la transformación de los personajes. Se ve muy clara la evolución, con tres actos bien marcados. El guion me ha parecido muy trabajado. ¿Cómo lo construisteis?
AVELINA PRAT: El guion es la base de todo, especialmente en el cine narrativo. Yo le dedico muchísimo tiempo. Me importa mucho la estructura, y en esta película está muy clara. También me interesan esos juegos de espejos entre los personajes: cómo se reflejan entre ellos, cómo se entienden a partir de sus propias experiencias. Quise que todo quedara bien hilado y con distintas capas de lectura.
Carlos Garríes: ¿Y tú, Manolo? ¿Cómo trabajaste un personaje tan complejo? ¿Cómo fue trabajar con Avelina?
MANOLO SOLO: Pues leí el guion y me gustó muchísimo, aunque soy un poco obsesivo. Siempre tengo muchas dudas, hago un montón de anotaciones: cosas que me desconciertan, que no entiendo o que creo que no encajan. Intento no apabullar al director con todo eso, pero es mi manera de trabajar. Me gusta cuestionar desde el respeto: «Si el personaje siente esto aquí, ¿por qué dice esto otro?». Y Avelina siempre me responde con razones de peso. Eso me ayuda a comprender aún más al personaje. Después hicimos lecturas, ensayos con María y con el resto del equipo. Ya en rodaje es otro nivel, porque aparecen los detalles del lugar, la atmósfera, la escena en vivo…
Carlos Garríes: Y la luz, ¡qué maravilla! Tanto en esta como en tu anterior película, Vasil, como en Una quinta portuguesa, se vislumbra el trabajo con la luz natural. ¿Es una seña de identidad?
AVELINA PRAT: Sí, con Santiago Racaj ya he trabajado en mis cortos. Tenemos una visión muy parecida. Nos gusta la naturalidad, la sencillez. No buscamos artificios ni grandes movimientos de cámara; preferimos planos cuidados donde las cosas puedan ocurrir dentro del encuadre. Esta segunda película es más compleja que la anterior, y creo que la luz también ha dado un paso más. Tiene matices, un color muy especial, casi imperceptible, pero ahí está.
Carlos Garríes: ¿Portugal tiene otro color? ¿Cómo fue rodar allí?
MANOLO SOLO: Fue una inmersión cultural. Todo fue más fácil gracias al ambiente, al equipo… Un mes entero viviendo allí, trabajando con portugueses de un lado y del otro de la cámara. Eso se nota, se contagia al metraje.
Carlos Garríes: ¿Fue complicada la coproducción?
AVELINA PRAT: No, fue algo natural. Más de la mitad del rodaje era en Portugal, así que tenía sentido. Y, además, Portugal tiene algo mágico. Es un país cercano pero a veces olvidado. En una versión antigua del guion, el personaje iba a la estación de autobuses y cogía el primer billete que salía. Casualidad o no, acababa siendo Portugal.
MANOLO SOLO: Portugal es como el reverso de España, un reflejo. Hay una dualidad que conecta con los personajes. Es una parte desconocida de nosotros mismos.
Carlos Garríes: Y el título, Una quinta portuguesa. ¿Cómo surgió?
AVELINA PRAT:
Le dimos muchas vueltas. Queríamos que apareciera la palabra quinta porque es muy específica del lugar. Tuvimos dudas porque en España no es una palabra muy común, pero creemos que define muy bien la película. Y cuando la ves, entiendes enseguida qué es.
MANOLO SOLO: Está bien que se aprenda también. Quinta portuguesa, suena incluso a canción.
Carlos Garríes: Y esa suplantación de identidad nos lleva a los clásicos. Me ha recordado a la tradición del cine español, incluso a Berlanga. ¿De dónde salen tus películas, Avelina?
AVELINA PRAT: Creo que de mi cariño por los personajes. Siempre intento tratarlos como si fueran personas de mi entorno, alguien a quien quiero. Empiezo por ahí.
MANOLO SOLO: Eso se nota. No hay efectismo. Hay sutileza. Cuando leí el guion, me dije: «Quiero ver esta película». Y luego pensé: «¡Encima me la proponen para interpretarla!». ¡Saltaba de alegría!
Carlos Garríes: Me recuerda a un libro que leí sobre guion: los tres actos, los giros… Está todo muy bien estructurado en tu película. Y ese misterio que rodea a la quinta, esas reuniones casi atemporales…
AVELINA PRAT: Me fascina la tradición oral. Siempre incluyo algún personaje que cuente historias. Me interesa mucho eso.
MANOLO SOLO: Sí, esas partidas, esas pequeñas historias dentro de la historia.
Carlos Garríes: ¿Y cómo trabajasteis en Portugal?
AVELINA PRAT:
Sí, ensayamos antes. Algunos actores portugueses vinieron a Barcelona y luego nos reencontramos en Portugal. Estuvimos un mes allí.
Carlos Garríes: Manolo, siempre estás increíble en comedia. ¿Cómo lo vives tú?
MANOLO SOLO: Me gusta mucho la comedia, pero no me gusta «hacerme el gracioso». Me gusta hacer las cosas en serio. Si el personaje sufre, que sufra de verdad. Que el público se ría por contraste. Me interesa más el detalle pequeño que el gran gesto. Tengo pendiente hacer más comedia, pero es difícil, tanto escribirla como dirigirla.
AVELINA PRAT: A mí me gusta meter siempre un poco de comedia, aunque sea mínima. Un detalle, una chispa que dé volumen a las cosas, que no todo sea plano.
AILÉN GARRIES: ¿Cómo creéis que la inteligencia artificial va a influir en el cine: en actores, dobladores, guionistas…? ¿Qué opináis? ¿Creéis que una IA podría replicar vuestro trabajo?
MANOLO SOLO: ¡Uf! ¿Cuánto tiempo tenemos?
AVELINA PRAT: Es cierto que hay oficios que se van a ver más afectados que otros. El doblaje, por ejemplo. Ya hay voces sintéticas que imitan la del actor. No sabemos a dónde llegará, pero creo que siempre quedará un espacio para lo hecho por personas. Porque nos gusta ver lo humano. Espero que haya una convivencia.
MANOLO SOLO: Sí, creo que vienen cambios importantes, algunos que dan miedo. Pero también hay cosas que solo pueden hacerse con alma, con intuición humana.
Carlos Garríes: Gracias por vuestro tiempo. Mucha suerte con el proyecto.
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Fotografías por Ailén Garríes