Todo tiene un comienzo que, para bien o para mal, conforma los primeros centímetros que se suben de un telón para dejar poco a poco al descubierto el final de una obra. Los mejores directores que el mundo del cine ha dado y que han sido exprimidos con decenas de obras creadas para ser taquillazos han tenido siempre un principio; una película que les hace ser recordados antes de que los millones y contratos llamasen a sus puertas con timbres de bandas sonoras.
David Sáinz es y será el cerebro que regaló al mundo una serie como “Malviviendo” y un personaje como “El Negro”. Una web serie que causó un impacto enorme debido a las aventuras que se plasmaban y a los personajes que iban formando los tejemanejes de una historia cuyo hilvanado no contiene fisuras y cuyas interpretaciones “amateur” son una delicia. Comenzando todo con 40 euros.
Después llegó “El Viaje de Peter McDowell” con Ken Appledorn como protagonista, y la gran llamada de una cadena importante para hacer una serie que no proliferó más debido a ciertos cambios de tramo horario que podrían traducirse como un suicidio anunciado: “Flaman”.
Pero en plena vorágine acerca de la figura de este joven director, llega su primer largometraje: “Obra 67”. Un #littlesecretfilm que surge a través de un propuesta de la cadena Calle 13: 13 horas de rodaje, 13 personas formando el equipo técnico y artístico, sin guión dialogado y sin presupuesto. Pero en esta ocasión, el 13 parece ser un número de la buena suerte.
La trama de la película gira en torno a dos amigos que buscan ganar dinero fácil de manera rápida, y de un recién ex convicto que sabe cómo hacerlo. Pero va mucho más allá; se nutre de una evolución argumental digna de las mejores mentes, pero al alcance de muy pocos. La transmisión de angustia y tensión de la cinta supera con creces cintas taquilleras que se quedaron en la posibilidad, cintas que gastaron en efectos y caras famosas todos los cartuchos de su recortada.
La parte humorística resulta estúpida; tan estúpida como brillante. Marcada de chistes tontos y clichés acerca de dos pobres marginados que buscan sobrevivir alternando vías de escape cada vez más inverosímiles, apoyado en las interpretaciones de los jóvenes actores Álvaro Pérez y Jacinto Bobo. Ambos son la fuerza de la parte graciosa de la cinta, y el centro gracias al cual se crea un comienzo de todo lo que atañe a la historia minutos después. Todo esto contando con Antonio Dechent y una más que correcta interpretación.
El giro argumental que sufre posteriormente forma uno de los momentos en los que el cine te deja sin poder articular palabra. Un golpe para la historia y una fijación en la mirada del que la está disfrutando. Y entra en juego Daniel Mantero para hacer que la película pase de comedia absurda a thriller desgarrador y escalofriante, sentenciando así a la obra completa como una delicia y muestra de poderío argumental.
Junto a actores y compañeros que le han ayudado a ir esculpiendo su nombre, David Sáinz ha materializado en muy poco tiempo y con muy pocos recursos algo que está al alcance de pocos talentos, y ha conseguido que su “Obra 67” se compare a lo que en su día fue “Tesis” para un tal Alejandro Amenábar. Esto puede decir mucho para el mundo del cine, pero estamos ante una película que evidencia la cantidad de talento que la imaginación de este hombre rezuma, y que muestra el porqué del éxito de “Malviviendo”, y lo que es mejor, que el cine español no tiene por qué quedarse en incontables películas de Torrente ni en grandiosas producciones cada dos o tres años. David hace tiempo que dejó de llamar a la puerta para haber entrado ya, y ahora solo hay que esperar a que los gobernantes de la sala se den cuenta para colocar un asiento que pueda ocupar.
En resumidas cuentas, “Obra 67” es la materialización del talento y las escasas oportunidades. De una maestría e imaginación propia de los grandes, que con poquísimos recursos consigue ser una cinta cumbre y con atisbos de que, adquiriendo experiencia, su director puede colocar su nombre en algún lugar más apropiado del cual posee. Es más que una carta de presentación.
Así que, si se puede pedir algo en algún momento, pidamos larga vida a Diffferent Entertainment y pidamos una oportunidad como debe ser para este hombre, pues con muy poco, ha conseguido muchísimo. Y para muestra “Obra 67”.