Algo de lo que se habla poco es sobre las nuevas formas de promocionar y distribuir películas en España. ‘Carmina o revienta’ fue una de las precursoras en este tipo de distribución. Hace poco películas como ‘El viaje de tu vida’ o la cinta de animación ‘Lifi, una gallina tocada del ala’ se estrenaban en cines a la par que en VOD (Video on Demand) y al día siguiente en alquiler. Este tipo de distribución ayuda a promocionar cine de otra forma, y más en un momento donde un 21% de IVA ahoga los cines.
‘321 días en Míchigan’ ha seguido la estela de ‘Carmina o revienta’ estrenándose simultáneamente en cines y en televisión de pago. Esta película es la ópera prima de Enrique García. Después de realizar varios cortometrajes, el cineasta presentó su película en el último Festival de Cine de Málaga donde obtuvo el Premio del Público y el premio a Mejor Actor de Reparto, ex aqueo para los actores Salva Reina y Héctor Medina. El cineasta narra la historia de Antonio, joven y brillante ejecutivo, que se enfrenta a una temporada en la cárcel por delito financiero. Antonio elaborará un plan para evitar que se sepa en el exterior que ha ingresado en prisión y no tener una mancha en su currículum. Con lo cual, convencerá a todo el mundo de que va a estudiar un Máster de Economía en la Universidad de Míchigan. El plan no fallará, excepto los 321 días que tendrá que cumplir en prisión.
Enrique García impartió un taller sobre cine en la cárcel de Alhaurín de la Torre en una visita y le cambió la perspectiva acerca de la vida carcelaria. No es la primera vez que el director toca este tema. Ya lo hizo en un cortometraje anterior, ‘Tres razones’, cuya trama y personajes han servido de base para esta película. De hecho, los actores del cortometraje han vuelto a retomar sus papeles para este largometraje.
La ambientación está cuidada, se rodó en una antigua cárcel de Málaga con figurantes que funcionarios e internos reales. El realizador quería darle mayor autenticidad y dignificación a esas situaciones. Y lo consigue, el protagonista no se derrumba ante familiares, no busca alineaciones ni se convierte en un mafioso, no dramatiza su situación; sólo desea pasar desapercibido y conseguir el tercer grado, así podrá mantener su dignidad con la farsa que ha montado alrededor de él. García intenta mostrar la vida de un hombre que ha cometido un delito de estafa o fraude fiscal, desafortunadamente de actualidad en el país, el sobrevivir a un ambiente inhóspito y hostil.
Chico García interpreta al protagonista y lo defiende como buenamente puede. Se trata del primer papel principal para el joven actor. Su ausencia de emociones le da un toque más verídico que si fuera más dramático. El intérprete viene acompañado por un plantel de secundarios que, con su naturalidad y espontaneidad, dan mayor certeza a una película que pretende ser el reflejo de la vida carcelaria. El director se acerca a la mirada de los Hermanos Dardenne intentando no juzgar a los personajes por los motivos que los han llevado a prisión.
Puede que le falte efectismo y momentos dramáticos pero ‘321 días en Míchigan’ resulta una estupenda ópera prima. Enrique García consigue darle un correcto toque académico, apoyándose en unas interpretaciones auténticas que destacan y en ensombrecen a los defectos que tiene. Un buen inicio en la producción de largometrajes que hace que el nombre de Enrique García se tenga en cuenta y próximos producciones.