François Truffaut dijo: “En relación con su importancia en la vida real, el niño desempeña un papel ínfimo en el cine”. La gran triunfadora de la Biznaga de Oro en el Festival de Málaga, ‘A cambio de nada’, llegó a salas españolas con un gran apoyo de la crítica. La ópera prima del actor Daniel Guzmán es un viaje hacia el pasado de uno mismo, mirado con franqueza y la calma que dan los años.
Darío es un chaval de 16 años que tiene problemas en su casa y en los estudios. El reciente divorcio de sus padres y sus continuas disputas han provocado que el chico, que ya tenía cierta predisposición a malos hábitos, escape de casa y desarrolla una vida que roza la delincuencia. Vaga sin rumbo entre el taller del Caralimpia, un hombre sin oficio ni beneficio que se dedica a robar piezas de motos para revenderlas en su taller; y Antonia, una entrañable mujer jubilada que se dedica que recoge muebles abandonados en su motocarro. Junto a ellos descubrirá cómo es la vida adulta aunque en este viaje le acompañará su fiel amigo Luismi, vecino y que le apoyará hasta en sus más estrambóticos planes.
Daniel Guzmán llevaba tiempo cocinando a fuego lento esta producción, más de diez años han pasado desde que dirigiera ‘Sueños’, su primer cortometraje y con el que se alzó con el Goya al Mejor Cortometraje de ficción. Ya apuntaba a maneras con su debut, en el que mostraba a dos niños de extrarradio que se dedicaban a matar el tiempo de manera cuestionable durante el verano.
‘A cambio de nada’ es un honesto trabajo de tiempo y dedicación. Cada escena se ve ese esfuerzo del director por contar su propia experiencia, su propia vida, pero con esa calma y perspectiva que da el paso del tiempo. Guzmán le da esa naturalidad y espontaneidad del que sabe de lo que habla, el escenario no es un extrarradio para mostrar a gente intelectual que va al cine, sino un verdadero barrio con esencia y real. Su protagonista, según declaró el propio realizador, está basado en su propia adolescencia. Una etapa difícil en la vida, en la que las sensaciones se extrapolan.
Guzmán teje a un protagonista extraño, atrayente y cansino del mismo modo. Un tipo de protagonista que, algunos ya lo comparan con el inmortal Antoine Doinel de ‘Los 400 golpes’, representa esa visión personal de su autor, un niño que en una semana crece y aprende cómo es realmente la vida. El cineasta no pretende crear cine social y denuncia, simplemente muestra sus propias experiencias, con matices y clarososcuros, pero sin gestos moralizantes o maniqueos.
Junto con ese personaje están unos secundarios entre lo canalla y lo entrañable, curiosa combinación muy bien llevada. Y todo porque Guzmán sabe intercalar entre actores profesionales con debutantes. Sus protagonistas ya son considerados revelación, saben aprender de esos grandes que son Miguel Rellán y Luis Tosar. Mención aparte a Antonia Guzmán, abuela del director, un personaje que representa a todas esas abuelas (familiares o no) con las que se convive y que su experiencia es toda una fuente de sabiduría de valor incalculable. Un personaje, salvando las distancias, que recuerda en lo personal a la Carmina de Paco León.
‘A cambio de nada’ tiene como precedentes obras excelentes y de su tiempo que son ‘Barrio’ de Fernando León de Aranoa y las obras clásicas de Eloy de la Iglesia como ‘Navajeros’ o ‘Colegas’. Cada uno contaba la juventud de extrarradio de su tiempo. ‘A cambio de nada’ cuenta la de la última etapa, la del siglo XXI. Lo hace con reminiscencias del ayer, cierto, pero con la necesaria actualización a los días de hoy.
Una obra bien hecha, personal y con personalidad. Daniel Guzmán, a la espera de un segundo largometraje, puede convertirse en una interesante referencia de ese género llamado cine popular. Una cinta que se disfruta, de la que sólo que dar una fuerte enhorabuena.