En la adaptación más teen del Hombre Araña en lo que llevamos de serial, lo que más gustará a los aficionados de la factoría de los sueños Marvel serán los efectos especiales, con escenas de acción que cumplen con la exigencia del espectador actual. El nuevo realizador de esta segunda trilogía, Marc Webb, se despega de Sam Raimi a la hora de dar rienda suelta a las enormes capacidades visuales que componen los CGI y el 3D, logrando sensaciones de vértigo e ingravidez que apuntalan más aún la categoría de entretenimiento y lo expanden hasta el singular concepto de experiencia en primera persona.
De nuevo, Andrew Gardfield encarna a Peter Parker, el joven solitario e inseguro hombre araña que debe aprender por sí mismo a enfrentarse a los malvados que amenazan la paz de Nueva York. En esta ocasión Spiderman deberá luchar contra Electro, el Rinoceronte Mecánico y el Duende Verde. Sabremos algo más sobre la relación entre la trama Oscorp y el pasado de nuestro héroe arácnido, el motivo de la desaparición de sus padres y, siguiendo la tónica de su predecesora, ahondará en la relación entre Gwen Stacy, magníficamente interpretada por Emma Stone, y Parker. Tal y como ocurrió en la tercera entrega de la trilogía dirigida por Raimi, en esta ocasión también son tres los villanos a los que tendrá que enfrentarse Spidey:
Electro: es el villano protagonista de esta entrega. Max Dillion, interpretado por el ganador del Oscar por Ray Jamie Foxx, es un electricista obsesionado con Spiderman a raíz de que este salvara su vida pero todo cambia cuando sufre una descarga eléctrica que le dará unos poderes sobrenaturales que utilizará para vengarse de una sociedad que siempre le ha rechazado. Su plan es consumir toda la fuente eléctrica de la ciudad e instaurar un reinado de miedo y tinieblas.
Duende Verde: Harry Osborn, interpretado por el emergente Dane DeHaan, antiguo gran amigo de Peter Parker y heredero de la multinacional Oscorp se transformará en el enemigo más vengativo de Spiderman. El joven multimillonario padece la misma enfermedad infecciosa que había sucumbido a su padre. En busca de lograr una cura, su camino se cruzará con el del Hombre Araña y con el departamento de Proyectos Especiales de las industrias de su patriarca.
Rhino: Aleksei Mikhailovich Sytsevich, gánster ruso en el que predomina el poco cerebro y la fuerza bruta. Aunque tiene una aparición breve, el director Marc Webb ya ha dado un avance de lo que nos espera en la siguiente entrega, situándole dentro de esta película de transición. El encargado de darle vida en esta segunda parte es Paul Giamatti, en un cambio de registro absolutamente insólito en su carrera. Una interpretación llena de furia, histeria y un cierto toque de auto parodia.
A destacar son las intervenciones de Jamie Foxx, que pasa de ser una persona invisible a un rencoroso ser sobrenatural. Continúa agradeciéndose la presencia de Sally Field, que es la encargada de darnos una visión más dramática a la situación personal de la vida familiar del protagonista. Webb, que ya sorprendiera a propios y extraños con su cinta romántica 500 días juntos, continúa dando muestras de su buen pulso a la hora de profundizar en las relaciones sentimentales y el intimismo de sus caracteres, abrazando por momentos una sutileza y una ternura nada habituales en películas de acción al uso.
Se echa de menos una línea argumental estructurada de forma más uniforme, con un guión que deja tantos hilos sueltos como pocas respuestas a preguntas planteadas en la historia y que, evidentemente, se resolverán o deberían resolver en la tercera entrega de serial. Por lo pronto, Spiderman: El poder de Electro ya lanza algunos guiños a los nuevos personajes que, de forma inmediata, aparecerán en la nueva continuación. Lo que se agradece principalmente son las llamativas escenas de acción tanto digitalizadas como de estudio, con unas coreografías y una escenografía que nos hacen recordar el estilo más espectacular, fresco y elocuente de las viñetas del cómic original.
Crítica realizada por Esther Sanz y F. J. Guerrero para MagaZinema.
