¡¡¡¡Let’s Rock F1!!!
Así empiezo a comentar el que en mi opinión, es uno de los mejores biopics sobre la Fórmula 1 llevado al cine.
En esta película, el director Ron Howard (Ángeles y demonios, Una mente maravillosa, Willow) nos traslada a las pistas de la Fórmula 1 de todo el mundo, a vivir el campeonato desde dentro, a contarnos la rivalidad entre el piloto británico James Hunt con el piloto austriaco Niki Lauda, dos de los conductores más destacados de los años 70.
Esta película está tan meticulosamente cuidada, que en cualquier momento podríamos levantarnos del asiento y empezar a animar a nuestra escudería preferida. Nos hace olvidarnos de que es una película y nos hace sentir esa sensación de nerviosismo que vivimos durante un campeonato. Se hace sentir viva. Nos hace sentir vivos.
Tomas fijas, planos desde la cabina del piloto, ruedas desgastadas desprendiéndose del coche o esas chispas que saltan al impactar contra el suelo, aportan una dosis de espectacularidad única. Las escenas de velocidad o la desesperación en boxes nos sumergen en los momentos críticos que afrontan las escuderías en cada Gran Premio.
Los monoplazas actúan con una gran variedad de tomas que permiten captar a la perfección la belleza de estas máquinas, protagonistas también del dolor, victoria o sufrimiento de sus compañeros de viaje.
Planos directos al piloto, compartiendo la adrenalina que sienten con el espectador, compartiendo su sufrimiento, compartiendo su felicidad, compartiendo la gloria del triunfo o la decepción de la derrota en cada carrera. Se ha conseguido que actor y espectador compartan los nervios y la tensión antes y durante cada carrera.
Nos cuenta la historia de James Hunt, increíblemente interpretado por Chris Hemsworth (Los Vengadores, Thor, La cabaña en el bosque), el cual es un piloto temerario, impulsivo y muy agresivo, que actúa antes de pensar en las consecuencias, amigo de todos, y de Niki Lauda, piloto interpretado magistralmente por Daniel Brühl (The Pelayos, Malditos Bastardos, Good Bye, Lenin!), el cual es meticuloso, frío y calculador, sin tomar una decisión hasta asegurarse al límite de que sea la correcta, y bastante introvertido.
Una rivalidad fruto de un deporte, de dos escuderías (McLaren contra Ferrari). Siempre desde el respeto y la preocupación, el uno por el otro. Nos enseña la magia de este deporte. Para poder competir, es necesario tener rivalidad, por tanto, se sienten vacíos cuando no la tienen. Incluso fuera de las pistas sigue estando, y siempre se guarda cierta admiración hacia el rival. Dos polos opuestos que se ven claramente definidos a lo largo de toda la película. Dos maneras diferentes de triunfar. Dos de sus frases más relevantes en esta película hacen notar como efectivamente estas dos personas chocan en su forma de ser y efectivamente, son rivales de corazón:
James Hunt: “De qué sirve el éxito si no puedes disfrutarlo”
Niki Lauda: “La felicidad es el enemigo, te debilita”
Aman tanto el peligro, que no dudan en arriesgar sus vidas, cada uno a diferente nivel, para alzarse con la gloria. Lo darían todo por ganar el campeonato.
Se hace tan grande, que hasta el accidente de Niki Lauda es sentido por el espectador. Todos sienten sus heridas. El momento en el que arde el coche es sobrecogedor. Y esa increíble interpretación, en la que mientras se está recuperando de un gravísimo accidente, está viendo a James Hunt ganar sin él en la pista, y siente un gran pesar. Se hace tan grande, que hasta nos sentimos como Hunt al ganar sin Niki en la pista. Ese gran vacío interior, esa falta del “gran rival”, es contagiada a todo el mundo.
Si unimos a esta gran historia, la magnífica banda sonora que la acompaña, hace que esta película sea en mi opinión, una de las obras más grandes de 2013, ya que Hans Zimmer acierta en todos los niveles con su increíble música. Momentos espectaculares con música celestial. Enorme.
Lo bueno de esta película es que podemos disfrutar de ambas partes, ya que no se toma partido por ninguna de ellas. Un acierto por parte del director, para evitar demonización alguna para sus protagonistas.
Con escenas que sin duda alguna, te harán un nudo en la garganta, se ha sabido contar todos los problemas que tuvieron tanto para empezar, como para continuar su carrera en la Fórmula 1. Los inicios de estos dos pilotos fueron duros y se hicieron un hueco en la élite por su gran talento.
Grandísimo homenaje a ambos en los últimos minutos. El reflejo del deporte, de la competición, dos rivales, dos enemigos, dos formas de afrontar las carreras, dos formas de entender la vida y en especial, el respeto que sentían en el fondo el uno por el otro.
Se consigue narrar perfectamente aquel Campeonato de 1976, un certamen digno de mención, si no en los libros de historia, al menos en la historia del cine.
Como dijo David Purley, piloto británico de Fórmula 1 en los años 70:
«Una vez que se conoce el peligro, no se puede vivir sin él.«