El tan maltratado cine de espionaje, así como el de guerra -ya sea fría, primera o segunda- ha tenido sonrojantes metrajes que han hecho tambalear taquillas, presupuestos e incluso rodar cabezas. Este cine, plano en la mayoría de momentos, pero con ciertos vaivenes de guión y trama que entusiasman al público, terminan ganando la reputación y consiguiendo los objetivos gracias a lo que la acción puede causar en el espectador; en el frenesí de la adrenalina ante el fuego, los disparos y los puñetazos bien pegados. Triste, pero cierto.
Las comedias dramáticas viven de otro tipo de habilidades: tener la palabra correcta en el momento exacto es lo que las diferencia entre buenas y malas. Intercalan el bajón de una intencionada muerte que apena a propios y extraños con el típico chiste subido de tono que alberga travesura en la mirada.
Y ahora llega Guy Ritchie y ‘Operación U.N.C.L.E.’; en medio de un caluroso verano, llevando al público a los años 60, y envolviendo el regalo de la película de acción y comedia con ropa cara y carácteres deslenguados. La trama nos sumerge en una colaboración entre un estadounidense y un ruso -¡años 60, EE.UU y Rusia, ojo!-, una chica bastante mona que parece esconder algo y una misión ultra peligrosa para salvar al mundo.
Lo que a primera vista impacta de la cinta está centrado en su estética; los años 60 son una fuente inagotable de posibilidades para crear una atmósfera interesante para cualquier film que se desee hacer; pero eso no implica que sea sencillo de realizar. Los escenarios seleccionados y la música son la baza que verdaderamente lo consigue, y la cual nos transporta a estos años desde la butaca; esto, y la cuidada selección de un vestuario para cada actor, donde hay una diferencia importante entre el estadounidense y el ruso, pero en el cual mantienen en todo momento la clase y elegancia que se presupone a dicha época.
Entrando en las interpretaciones, todo se centra en los tres protagonistas principales, verdaderos conductores de la cinta, y con una importancia similar en pantalla: Henry Cavill, al que ‘El hombre de acero’ (Zack Snyder, 2013) le sentó como un tiro en el pecho, ha demostrado que puede tomar la apariencia que se desee y comportarse como se le pide. Su interpretación, aunque no es perfecta, sobresale frente a sus compañeros, pues se queda con los mejores momentos en pantalla, y es el recurso gracioso cuando las cosas en el guión se empiezan a complicar. Armie Hammer, por su parte, viene de ‘El llanero solitario’ (Gore Verbinski, 2013) o ‘J. Edgar’ (Clint Eastwood, 2011); pero la explosión interpretativa que sufre en esta cinta lo colocan en un escalón superior al que venía ocupando. Hace de un ruso muy ruso, y junto a Henry Cavill copan lo mejor que ‘Operación U.N.C.L.E.’ nos ofrece: esos momentos en los cuales piensas que la entrada de cine ha merecido la pena. Alicia Vikander sin embargo, es el apartado más frío de este triángulo protagonista. Es la chica mona y la que esconde una sorpresa, como ya hemos comentado, pero la sorpresa es ver ciertos momentos en los cuales se come la cámara, en contraposición con otros en los que su aparición resulta meramente testimonial. Elizabeth Debicki no para; se encuentra entre ‘Macbeth’ (Justin Kurzel, 2015) y ‘Everest’ (Baltasar Kormákur, 2015), aunque el verdadero recuerdo de ella sea en ‘El gran Gatsby’ (Baz Luhrmann, 2013); y aunque nunca trasciende de las pequeñas apariciones que una actriz secundaria posee, en este papel de mala, malísima que toma en ‘Operación U.N.C.L.E.’ ve como una fuerza extraña se apodera de ella, y firma una interpretación poderosa y fuerte, a la altura del personaje a quien interpreta. Hugh Grant, sin embargo, es Hugh Grant; y aunque unas arrugas de más estropeen la cara de una de las personas más queridas de todo Hollywood, su aparición en la cinta resulta ser un refrescante refresco en medio de julio para la misma.
El guión y la trama que estos personajes deben sacar adelante, se encuentra cuidado y mimado como pocas veces encontramos en la factoría del cine; atendiendo a los detalles históricos y respetando aquellos que se salta a la torera, para traer al espectador una cinta amena y divertida. Es una manera muy inteligente de sentir el cine, pues transforma sus deficiencias en momentos de lucidez a base de acción y todos los chistes imaginables que un estadounidense y un ruso se pudiesen lanzar en plenos años 60. Todo esto, aderezado con un sin fin de escenarios impresionantes y con la ambientación que ya hemos comentado, así como la pequeña promesa de que ‘Operación U.N.C.L.E.’ será más que esta película, convierten a la creación de Guy Ritchie en uno de los bocados más refrescantes e inteligentes en cuanto al cine de espionaje, que ya hemos dicho que se encuentra bastante maltratado.
Mención especial al comienzo y final de la cinta…¡así es como se realizan unos créditos, señores!