Atreverse con una de las grandes novelas creadas en el corazón de Canadá es una tarea a la que no cualquier director sería capaz de hacer frente. Sebastien Pilote vuelve a poner en boca de todos a Maria Chapdelaine mientras la introduce en cines occidentales recordando, con ello, la historia de cientos de familias que a comienzos del pasado siglo luchaban contra las estaciones para crear un hogar en un territorio salvaje e inhóspito. Lo hace de manera loable, con mucho que destacar, pero con sensaciones finales encontradas.
El 1910, Maria Chapdelaine, una joven de diecisiete años, vive con su familia a orillas del río Péribonka al norte del lago Saint-Jean (Canadá). Los Chapdelaine trabajan incansablemente para hacer retroceder los límites del bosque. Es un hogar donde ni el agotamiento físico puede menguar el calor de la vida familiar. Maria, fuerte y llena de esperanza, se encuentra frente a un gran dilema. Empujada al mundo de los adultos, de repente se verá obligada decidir sobre su futuro como mujer.
Con un metraje que corre durante más de dos horas y media, ‘Maria Chapdelaine’ bien podría haber sido una miniserie de esas que encandilan al público por su buena factura, increíbles paisajes y una historia con la que todos podemos relacionarnos a pesar de las enormes diferencias vitales que nos separan de ella. Cómo película funciona, pero nos deja con una sensación de no culminación, de espera infinita a un cierre que nunca llegará porque las luces de la sala ya se han encendido.
A nivel estético ‘Maria Chapdelaine’ es una joya visual y sonora. En pocas ocasiones se nos queda en el recuerdo el crujir de la nieve bajo los pies de los protagonistas, o se nos hace tan familiar el ladrido de un cánido que hace las veces de timbre mientras nos emociona y nos hace pensar quien será quien viene ahora a visitar a la familia a un lugar tan recóndito. Las estaciones pasan, y con ellas, cambia por completo el color de las escenas ante nosotros. El frío se introduce en nuestros cuerpos cuando la pantalla se llena de un blanco pulcro que no se inmuta ni siquiera bajo el peso de los carruajes.
La esperanza lleva el verde a la escena cuando la primavera permite el deshielo y la aparición de arándanos que podrán ser recolectados en verano inunda un suelo sumamente fértil. Un verano que pasa fugaz ante nosotros, pero que es suficiente para valorar lo mucho que cambia la vida de nuestros protagonistas un clima amable. Sus ropajes se vuelven ligeros y los encuentros con vecinos y amigos frecuentes mientras el trabajo, a destajo, aprovechando el buen tiempo, consume sus días.
Tienes que disfrutarla en la gran pantalla, es allí donde tomará sentido su grandeza paisajística, su luz y su preciosa fotografía.
‘Maria Chapdelaine’ es una película en la que dejarse mecer. Si es vista sabiendo que vamos a disfrutar de una mezcla perfecta entre el western, el melodrama y una especie de ‘coming of age’ de los de antes, será una grata experiencia en la que tendremos tiempo de zambullirnos en los detalles de las rudas vestimentas, interiores sencillos pero cálidos y en pequeños momentos, que finalmente tienden a dar sentido a nuestra vida.
Sebastien Pilote consigue todo esto gracias a una buena elección de localizaciones y a un elenco sólido que nunca parece fuera de lugar. Las caracterizaciones son exquisitas, los tempos en los diálogos y las miradas que los protagonistas comparten y cruzan, perfectas para completar lo que las palabras no pueden.
Sara Montpetit, en el que es su estreno como actriz, parece lleva toda la vida ante la cámara. Da vida a un personaje tímido con unas ganas de vivir tremendas de forma delicada manteniendo el personaje siempre a flote, dejándola mostrar lo justo en una sociedad demasiado puritana. Quizá sea eso lo que más choca del conjunto, que pese a las ganas de vivir parece no hay tensión contenida entre los protagonistas. Parece que el deseo de sentir y vivir intensamente nunca haya corrido por sus cuerpos. Todo queda como en standby, esperando un ‘permiso’ que nunca llega.
Sobre todo lo notamos en los pretendientes de la joven, quienes se acercan a ella como por orden de fila y exponen sus virtudes, dejando tan solo alguna que otra sonrisa a la protagonista. En tu mente solo querrás un punto más de vitalidad, de intensidad, sabiendo que con ello la película ganaría galones y te haría volver a ella cuando te apeteciese un despertar romántico épico, algo que aquí, no acaba de cuajar.
Para quienes no habíamos visto trabajar a Hélène Florent, es una oportunidad perfecta para caer rendida a sus pies. Ella sola cohesiona a todo el reparto, mientras da vida a una mujer que se deja el alma día tras día en una casa que depende de ella para poder concentrar su atención en trabajar la tierra que les de de comer.
Su presencia es notable, y cada vez que la cámara se posa sobre ella nos sobrecoge por su fuerza y naturalidad. Nos recuerda a esas mujeres que disfrutamos en la película de Paula Cons, ‘La isla de las mentiras‘. Su contraparte masculina, no queda atrás. Sébastien Ricard aporta galones como padre de familia junto a Émile Schneider y Antoine Olivier Pilon, dos jóvenes reconocidos, cuyos personajes desearíamos haber visto más en acción.
El único problema con ‘Maria Chapdelaine’ es que nos quedamos con ganas de más. No ya de una segunda parte, sino de un cierre que nos llene, que nos recompense las 2 horas y 30 minutos que hemos estado abriéndole nuestro corazón a sus protagonistas. Todo lo demás es enormemente disfrutable y te deja con una sensación de bienestar y calma muy agradable gracias a la desconexión que nos permite su entorno y forma de vida.
Tráiler de ‘Maria Chapdelaine’
¿Nos encanta?
Overall
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Fotografía
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Interpretaciones
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Edición de sonido
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Guion
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Edición y montaje
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Originalidad
User Review
( votes)A destacar
- Los bellos y salvajes paisajes en los que se encuadra la cinta.
- Personajes con fuerza y carisma.
- Una exquisita edición de sonido.