La sorprendente ganadora de la última edición de los Premios César, ‘Guillaume y los chicos, ¡a la mesa!’ llegó a España con cierto escepticismo. Su título, en un principio, no atrae, su cartel puede ahuyentar al espectador tanto convencional como autoral y el hecho que haya vencido en los César a pesos pesados como ‘El pasado’, ‘La vida de Adèle’, ‘La Venus de las pieles’ o ‘El desconocido del lago’ provoca que se mire el filme con cierta aversión.
Afortunadamente, esos prejuicios se caen al empezar la película que es la historia autobiográfica del actor y cómico Guillaume Gallienne, haciendo hincapié en la relación que tiene con su madre (interpretada por él mismo). “El primer recuerdo que tengo de mi madre es de cuando tenía cuatro o cinco años. Nos llamaba a mis dos hermanos y a mí a comer diciendo: Los chicos y Guillaume, ¡a la mesa! La última vez que hablé con ella por teléfono, se despidió diciendo: Cuídate, mi niña grande. Entre estos dos momentos hubo un buen número de malentendidos”.
La película es una consecuencia del éxito que tuvo la obra de teatro homónima en las tablas parisinas. A diferencia del teatro, donde Gallienne interpretaba a todos los personajes, en la película sólo se interpreta a sí mismo y a su madre. Este cambio lo hace para centrar la expectación entre lo más importante, el protagonista y su madre.
Para quien desconozca a Guillaume Gallienne, éste es un actor de comedia muy reconocido y alabado en el país galo. Miembro de la Comédie-Française, la sociedad estatal de actores más reconocida de Francia. El actor cuenta con dos premios Molière, el galardón más importante del mundo del teatro francés.
La cinta rompe el esquema de la comedia planteando una interesante propuesta, los prejuicios sexuales. Se presupone que un niño afeminado sea homosexual, es el esquema impuesto por una sociedad heteronormativa. El filme ahonda profundamente en esa situación. No es una película activista o con mirada colectiva sino una mirada personal y muy intimista y esa es su principal virtud.
Gallienne se desnuda completamente ante los espectadores. Muestra sin tapujos sus problemas familiares, sus crisis de identidad, sus logros, sus desgracias y su camino de la infancia a la adolescencia, de la adolescencia a la adultez. Todo lo muestra Gallienne con un barniz cómico que hace que se mire este film con una sonrisa dibujada en el rostro. Porque es verdad que lo que muestra Gallienne no es un camino de rosas pero tampoco una tragedia griega. Con acertado humor y optimismo, el reconocido actor francés trata inteligentemente la trama biográfica y, formando un círculo, resuelve la complicada trama materno-filial.
No es de extrañar que haya tenido reconocimiento no sólo en los César sino también en el anterior Festival de Cannes donde ganó el principal premio en la sección «Quincena de los Realizadores». En cierta manera, estos apoyos en deferencia de otras obras francesas de mayor recepción han permitido que esta película pueda expandir su distribución a más países de los que, sin estos reconocimientos, difícilmente hubiera podido llegar.
‘Guillaume y los chicos, ¡a la mesa!’ es una propuesta elegante, ingeniosa y que rompe con las etiquetas. Una comedia en su justa medida. El espectador medio se reirá mucho, el más selecto valorará la original e innovadora propuesta.