‘El secreto de Adaline’ nos transporta, una vez más en la historia del cine, a un mundo fantástico, o mejor dicho, a una situación fantástica e irreal que todos alguna vez hemos deseado nos ocurriese a nosotros.¿Quién no querría vivir más allá de su tiempo? La posibilidad de poder vivir no solo una vida ha fascinado al ser humano desde tiempos que ya no se recuerdan, y ‘El secreto de Adaline’ nos ofrece esa experiencia con una delicadeza que aunque a veces es demasiado superflua, no deja de ser maravillosa.
El largometraje refleja la angustia y la soledad de vivir más de lo que deberíamos gracias a una gran interpretación de su protagonista, Blake Lively, que es capaz de pasar imperturbable por el siglo XX y acomodarse a la vida en pleno siglo XXI. El paso del tiempo en esta película se apoya por completo en la moda, costumbres y puntuales hechos históricos para dar cuerpo a la historia de una mujer que tras un accidente de tráfico, a la edad de 29 años, deja de envejecer para pasar así casi ocho décadas. Esta gran línea temporal permite a la cinta profundizar en el lado más cruel de esa increíble oportunidad que es que los años no pasen por uno.
Ver envejecer a nuestros hijos, tener que alejarnos de todo lo que queremos cada poco tiempo. El matiz más duro de la soledad, no poder compartir una vida de oportunidades y descubrimientos con nadie, pues todo se desvanece menos nosotros. Estas nociones son meramente arañadas por la cinta, Adaline nunca deja de ser vital, es un ser humano resignado a lo que le ha tocado vivir, una persona que intenta pasar desapercibida por miedo a ser descubierta, pero aún así la tristeza y amargura no empañan su personalidad, y ese velo de oscuridad que le daría profundidad y carácter al personaje lo echamos en falta en el guión.
Adaline Bowman conmueve, pero no lo suficiente, o al menos, no tanto como debería, podría ser mucho más profunda, conectar más con el espectador, pero es difícil ponernos en la piel de un ser tan etéreo como el que dibuja Lee Toland Krieger, en muchas ocasiones Blake Lively parece no pertenecer a esta realidad, y realmente así es, se trata de un personaje que debería haber evolucionado físicamente y no lo ha hecho, pero ese matiz crea esa complejidad de empatizar con ella. A crear esta atmósfera, ayudan un increíble desfile de elegancia y moda que nos permite adivinar la década en la que nos encontramos sin necesidad de palabras. La estética de todo el film se apoya en la actriz principal para crear un halo de belleza, color y elegancia que en pocas ocasiones había llenado tanto la pantalla.
Gracias a esta estética que cala y se queda con nosotros cuando recordamos la película sobrevive y hará que su caída en el olvido sea más lenta, pues la trama, como en otras tantas películas del género ha sido ya usada, no tiene giros espectaculares que nos hagan decir, jamás lo habría visto venir, aunque siendo honestos, no lo necesita. Las interpretaciones de su reparto son bastante planas, a excepción de Harrison Ford, que introduce el dolor de un corazón roto y de las oportunidades perdidas, ofreciéndonos la posibilidad de acercarnos humanamente a la película, algo de lo que carece el resto de personajes. Hemos hablado del gran papel de Blake Lively, que exprime el guión que se le da y se presenta ante la cámara atrapándola por completo, es la figura que llena salas y atrae las miradas, por el contrario la figura masculina interpretada por Michiel Huisman es mediocre, nada creíble y quizá lo que haga que no nos lleguemos a creer la historia.
Tráiler de ‘El secreto de Adaline’
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8/10
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9/10
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8/10
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7/10
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7/10
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6.5/10
Resumen
Lo mejor: Un elegantísimo montaje y cuidado vestuario.
Lo peor: La falta de profundidad en el dolor de la protagonista
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Lo mejor: Un elegantísimo montaje y cuidado vestuario.
Lo peor: La falta de profundidad en el dolor de la protagonista