El planeta de los simios como aventura en el cine nació en 1968, cuando Franklin J. Schaffner cogió la novela de Pierre Boulle y la convirtió en una producción de casi dos horas, con Charlton Heston al mando.
Desde ese instante, y pasando por copias y remakes, y por traducciones libres de directores en todo el mundo que atraviesan desde una serie japonesa hasta una puesta en escena de Tim Burton, llegamos a la idea de encerrar todo ello en el mismo saco, guardarlo, y contar como comenzó todo, pero cuarenta y tres años después. Como fue el origen de la supremacía primate.
La posibilidad de contar esto le llega a Rupert Wyatt, que desde el 2008 y su película ‘The Escapist‘ no se había sentado en la silla de director. Y asi surge su posibilidad de darle una vuelta de tuerca y contar el comienzo de una historia que ha propiciado sagas por doquier. El origen, centrado en un científico que busca una cura para el Alzheimer que sufre su padre y en cuyo laboratorio se encuentran con simios para experimentar; adopta en su casa a uno de ellos, que está teniendo verdaderos progresos y una evolución en su inteligencia inusual y sorprendente.
La trama de la cinta se enmarca en forma de precuela, fortalecida por un guion que corre a cargo de Rick Jaffa y Amanda Silver. Por mucho que parezca algo natural y sencillo, hay que cuidar detalles que no deben escaparse para salvaguardar el futuro de una historia que ha sido contada en multitud de ocasiones en la gran y pequeña pantalla; por lo que el trabajo de ambos se torna digno de admirar de cara a la misma.
Pero el núcleo de la cinta se encuentra en dos puntos clave: el primero de ellos son los intensos efectos que acompañan a los simios a lo largo y ancho de su andadura frente a la cámara. El trabajo portentoso de estos efectos difiere la realidad y el trabajo de postproducción haciendo irrisoria la diferencia entre ambas. Y esto lleva al segundo pilar básico: Andy Serkis. Su trabajo resulta excepcional con mayúsculas, soberbio y trepidante; haciendo de las imágenes en las cuales su Cesar aparece, los mejores momentos de la cinta y los verdaderamente recordables de la misma. Ya traía experiencia en forma de primate gracias a ‘King Kong‘ (Peter Jackson, 2005), y al resto de mortales ya les ofreció una muestra de su potencial para dar vida a extraños seres siendo el mismísimo Gollum del universo Tolkien en la gran pantalla; pero todas las palabras se quedan cortas para hablar de su interpretación en ‘El origen del planeta de los simios‘.
El resto de papeles corren a cargo de un James Franco que cumple correctamente su papel, como el joven científico que es, y de un John Lithgow cuyo papel como padre enfermo es creíble y doloroso. Freida Pinto aparece por que en toda producción hollywoodiense ha de haber una cierta cantidad de belleza en pantalla, pero su trascendencia no es ni mucho menos importante, y jamás pasara a la historia por la demostración de sus dotes interpretativas en esta aventura.
En definitiva, es inteligente y entretenida. Su trepidante ritmo encuentra un colofón final en los últimos treinta minutos de metraje, en los cuales cualquier butaca resulta incómoda. La dirección resulta óptima teniendo en cuenta la experiencia del director y la cantidad de presión que pueda atesorar el tener a muchos nombres detrás deseando haberla realizado, y el trabajo de postproducción de la misma es fascinante y deja sin adjetivos.
No es la primera vez que los simios inundan la pantalla para poner un puño sobre la mesa y pedir su lugar, pero es una grata manera de explicar cómo surgió todo, y una auténtica sorpresa. Y más aun teniendo en cuenta lo que las precuelas llegadas desde Hollywood nos suelen dejar…