El Marqués de Sade, autor de polémicas obras como ‘Justine’ o ‘Las 120 jornadas de Sodoma’, dijo: “La crueldad, lejos de ser un vicio, es el primer sentimiento que imprime en nosotros la naturaleza”. Dicen que las cintas de terror esconden oscuros traumas, espeluznantes vivencias. Si se mezcla con el thriller pueden surgir obras tan magníficas como ‘Los pájaros’ de Alfred Hitchcock o ‘El planeta de los simios’ de Franklin J. Schaffner. Ahora no son ni aves, ni orangutanes sino perros, el amigo más leal que puede tener el ser humano decide rebelarse contra la humanidad en ‘White God (Dios blanco)’, el último largometraje del húngaro Kornél Mundruczó, premio a la Mejor Película en la sección Una cierta mirada del Festival de Cannes 2014.
Budapest, Hungría, el gobierno ha promulgado una ley en la que se da protección a los perros de raza pura e impone fuertes impuestos para todo aquel can que sea mestizo. Esto provoca que un alto número de perros acaben abandonados o en perreras donde, finalmente, son sacrificados. Debido a que su madre debe trabajar unos meses en Australia, la pequeña Lili de 13 años debe quedarse a cargo de su amargado padre –huraño desde que su matrimonio se resquebrajó– el cual no quiere pagar ningún impuesto por Hagen, el leal perro de la niña.
Harto de la mascota, el padre abandona al pobre animal cerca de la carretera. Éste empieza a aprender lo que es sobrevivir en las calles, pero, después de una serie de abusos y violentos malos tratos, Hagen cambiará completamente provocando que todos los canes se rebelen contra la humanidad y organicen una guerra contra aquellos que los humillaban.
Se abre el telón y el filme empieza de una las maneras más épicas que se pueden recordar en el cine europeo, especialmente aquel que es cine de autor. Un auténtico tour de force en forma de jauría de perros persigue a una joven que conduce una bicicleta. Un comienzo semejante al de ‘Vals con Bashir’, donde la fiereza de los canes era realmente el horror de la guerra del Líbano.
Premisa interesante, el húngaro Mundruczó vuelve a utilizar la fórmula de la fábula para que el público pueda adentrarse en las zonas más lúgubres del ser humano. La crueldad y el odio que se muestra contra los pobres animales, fieles y leales pese a estar explotados, es una metáfora más que evidente. La opresión y el odio a lo diferente, a lo extranjero, provoca más odio y rencor. Sin embargo, el cineasta no se queda parado en ese mensaje. El cineasta se atreve a combinar varios estilos que independientes funcionan maravillosamente pero que juntos pueden ser una bomba molotov: El terror, el thriller, la fábula moral y el cine social.
Una combinación de la que el realizador sale más que airoso, ya que ‘White God’ (título homenaje a otro filme de características similares, ‘El perro blanco’) es un horroroso relato de cómo la bondad, la lealtad, la virtud puede verse emponzoñada por lo más vil de la persona, del lado más irracional del ser humano. Un alegato que saca a relucir el peor rostro de una sociedad que no es capaz de acoger al diferente, al prójimo.
Sin embargo, la esperanza no debe perderse y la pequeña Lili, interpretada estupendamente por la joven Zsófia Psotta, cual flautista de Hamelín, aderezada con el encanto de La bella y la bestia, sirve de nexo y ejemplo de que, pese a que el odio avive llamas, la entereza de la cordialidad es capaz de amansar hasta a la más temible de las fieras. Junto a ella una interpretación increíblemente magistral, la de los perros que representan a Hagen. Increíble porque nadie puede esperarse actitudes y lenguaje no verbal tan humano en un animal, y que puede dar más de una vuelta a algún actor de revistas de quinceañeras. Esto hace recordar a Uggie, el difunto perro de ‘The Artist’. Una maravillosa labor tanto del realizador, como del adiestrador y, por supuesto, del propio animal.
‘White God’ es una propuesta ambiciosamente compleja y difícilmente accesible. Una oscura fábula, un relato salvaje, sobre la corrupción del alma y la esperanza de la redención. Una obra maestra contemporánea que sabrá enriquecerse con el paso del tiempo. Brutal y dura como la mordida de un dóberman, sutil y espeluznantemente atrayente como un Husky siberiano. Sin embargo, ¿qué sería capaz de hacer un gato?
Valoración crítica de 'White God (Dios blanco)'
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9/10
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10/10
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8/10
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9/10
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8/10
Resumen
Lo mejor: La brutalidad y fiereza de su mensaje.
Lo peor: No es fácilmente accesible.