Ganadora del León de Oro del 71 Festival de Venecia, Roy Andersson cierra su trilogía sobre el sentido de la vida con ‘Una paloma se posó en una rama a reflexionar sobre la existencia’. Interesante visión de un realizador que, durante 15 años, ha ido gestando un extravagante, cómico, cruel y melancólico ensayo sobre el camino del ser humano.
Al igual que sus dos predecesoras, ‘Canciones del segundo piso’ y ‘La comedia de la vida’, Andersson muestra una serie de sketches a modo de viñeta, con plano fijo y sin una relación entre uno y otro. Habrá un nexo de unión, que será el recorrido de dos vendedores ambulantes de artículos de bromas.
A diferencia de las dos primeras partes de esta trilogía, esta propuesta tiene un esqueleto menos surrealista. El punto en común, los vendedores ambulantes, le otorgan cierta coherencia a un relato que, precisamente, pretende carecer de sentido lógico. A través de metáforas y viñetas, Andersson muestra su reflexión acerca la condición humana de una forma particular y característica de un cineasta con firma propia.
Porque esta película se puede interpretar como un ácido ensayo de un misántropo que, pese no creer en la humanidad, se esfuerza por intentar darle algo de valor mediante sus producciones. No hay nada más irónico que morirse tras pagar el desayuno en una cafetería, como tampoco hay nada más anticlimático que escuchar cual leitmotiv la misma cuestión: “Me alegro de que estés bien”.
A Andersson es fácil sacarle reminiscencias, en su profundidad reflexiva recuerda a Bergman, en su ácido sentido del humor a Tati, a la singularidad belleza femenina que refleja a Fellini, en el surrealismo puede ser una combinación de Buñuel y Godard, más cercano al cineasta de la nouvelle vague que al director de ‘El discreto encanto de la burguesía’ debido a que sus reflexiones no van destinadas elípticamente a clases distinguidas.
Una Suecia ficticia, casi de cartón piedra y claramente gris es lo que expone el realizador. No es algo malo en sí, forma parte de la comedia y ayuda a darle ese contraste entre los tonos tristes pastel con ese humor dicho con miradas y sonrisas tristes.
‘Una paloma se posó en una rama a reflexionar sobre la existencia’ es una agridulce experiencia cinematográfica. Por un lado se ríe, por el otro se agota. Andersson propone una cómica balada que empieza siendo irónica y realmente divertida para empezar a tornarse trágica y feroz mostrando en una escena la capacidad del hombre (blanco) de destruir civilizaciones que considera salvajes.
Quizás el único pero que se le puede encontrar a tan personal propuesta es un metraje que, en el caso de ser menos extenso, hubiera sido mucha más disfrutable. Pese a ello, esta cinta contiene todas las piezas necesarias para convertirse en una deliciosa obra de comedia absurda, de las que pocas se pueden ver y valorar realmente.
Desde una mirada amarga pero que no renuncia la carcajada, Roy Andersson culmina un interesante ciclo sobre la vida, vista con la hiel que deja el paso de los años pero con ligeras dosis de melaza para, ante todo, disfrutar de la experiencia de un director ya veterano y sus particular visión de la realidad. Afligida resignación kafkiana, eso sí, en clave Groucho Marx.