La animación francesa suele ser el baluarte de la animación europea, omitiendo a ese estudio británico llamado Aardman claro está. Suyas han sido muchas obras maestras de la animación europea contemporánea. Tras excelentes producciones como ‘Un gato en París’, ‘El lienzo’, ‘Los cuentos de la noche’ o ‘Ernest y Célestine’ llega la entrañable ‘Minúsculos: El valle de las hormigas perdidas’, dirigida por Thomas Szabo y Hélène Giraud y basada en la popular serie de animación ‘Minúsculos: La vida privada de los insectos’. Ganadora del César al Mejor Film de Animación (venció a la favorita ‘La canción del mar’) y nominada a Mejor Película de Animación en los Premios de Cine Europeo.
Hay un radiante sol en la Provenza francesa, el campo es verde, el cielo tiene un azul inmaculado. Un día ideal para ir de picnic. Una pareja se dispone a comer bajo la sombra de un árbol cuando ella, que está embarazada, se pone de parto. Inmediatamente el marido recoge algunas cosas para ir directos al hospital. Sin embargo, debido a la rapidez, la pareja ha olvidado el mantel y la mayor parte de las provisiones, convirtiendo el picnic en un festín para los insectos de la zona. Un grupo de hormigas negras decide llevarse a su colonia una caja metálica llena de terrones de azúcar; sin embargo, las feroces hormigas rojas tratarán de impedírselo. Las hormigas negras contarán con la indispensable ayuda de una mariquita que se quedó rezagada de su familia y que no tiene adonde ir.
Como le pasó recientemente a ‘La oveja Shaun’, era difícil imaginar como una serie de animación divulgativa y didáctica pero con episodios de unos 5 ó 7 minutos de duración pudiesen transformarse en un largometraje de –en este caso– 82 minutos. No era una tarea fácil para sus creadores, Szabo y Giraud, ponerse a dirigir un largometraje de semejante (y paradójica) envergadura. Sin embargo, los resultados son mucho más que óptimos porque ‘Minúsculos’ ya es una de las obras imprescindibles de la animación europea actual.
La trama es muy básica, algo lógico teniendo en cuenta la edad a la que tiene que ir dirigida. Sin embargo, y eso es lo que hace del filme excepcional, es que de un relato sencillo se puede crear una obra de arte, gracias a una acertada puesta en escena, a una correcta división de tramas y un tipo de animación diferente.
Utilizando como fondo imágenes de acción real, los personajes son hechos a modo caricaturas en 3D. De esta forma, los realizadores agudizan sentidos, el aleteo de las mariquitas o las moscas se convierten en sonidos de avionetas, los chasquidos de las patas de los insectos son crujidos y el mundo se vuelve enorme. Otra virtud es la no utilización del lenguaje en toda la cinta. Los personajes hablan con sonidos, dando a entender sus posturas y caracteres con esos sonidos y expresiones corporales. Cine sonoro, ya que la banda sonora es espléndida, pero que no necesita diálogos.
Con ‘Minúsculos’ se demuestra que es posible crear cine de vanguardia, autoral, para el público infantil. ‘La oveja Shaun: La película’ supo aprender de esta, su antecesora, debido a esa magnífica capacidad de crear personajes empáticos, entrañables sin diálogos, sólo con sonidos. Y con un mensaje de trasfondo extrañamente complejo y deliciosamente disfrutable.
‘Minúsculos’ muestra un mundo donde hay el apoyo colectivo, el esfuerzo del trabajo puede verse en peligro por fuerzas egoístas que, por la fuerza, pretenden robar el empeño de una jornada. Una metáfora que puede verse como un alegato a favor de la cooperación, el entendimiento, el bien colectivo y la fuerza de la unión. Y todo sin un texto, ni una palabra. Una virtud que pocas veces se ha podido ver en animación y que, afortunadamente, se ha podido ver en dos ocasiones en salas españolas.
Hay hasta momentos de acción, como la bajada de un río con catarata incluida o una escena de lucha digna de filmes como ‘Big Hero 6’ o ‘Cómo entrenar a tu dragón 2’.
Los realizadores tienen un futuro interesante más allá del mundo minúsculo de los insectos si se lo proponen, Hélène Giraud es hija de esa leyenda llamada Jean Giraud (más conocido como Mœbius). Y consiguen muchos más, como que se borren en la memoria durante su visionado esas excelentes películas llamadas ‘Bichos’ y ‘Antz’ y ver que no hace falte ver virguerías de CGI para poder hacer arte en 3D. Este tipo de animación, el de usar como fondo acción real, debe reivindicarse desde ya. Arte contemporáneo en cine animación, algo poco visto.
‘Minúsculos’ es un estupendo ejercicio de vanguardia. Una demonstración que el cine de animación más personal sigue en buena salud. Se une a la ya mencionada oveja Shaun y a otras estupendas obras como ‘La canción del mar’ o ‘El cuento de la princesa Kaguya’. De lo diminuto se pueden sacar obras épicas.