Albert Einstein dijo: “Nunca consideres el estudio como una obligación, sino como una oportunidad para adentrarse en el bello y maravilloso mundo del saber”. La educación, cuna del conocimiento, uno de los pilares fundamentales de la democracia. Un arte que llega de nuevo al cine con ‘La profesora de historia’, tercer largometraje de la directora francesa Marie-Castille Mention-Schaar.
Anne Gueguen es profesora de historia en un instituto a las afueras de París. Dedicada a la profesión, evita quemarse con los complicados adolescentes a los que se debe enfrentar todos los días. Este año ejerce de tutora, y decide apoyar a sus alumnos, que son tomados por casos perdidos por el resto del claustro. De carácter estoico, Anne decide incentivar a sus alumnos a que participen en un concurso nacional sobre lo que significa ser adolescente en un campo de concentración nazi en la Segunda Guerra Mundial. Lo que parecía aburrido al inicio, poco a poco va provocando curiosidad en el alumnado y se motivan para crear colectivamente un proyecto en común.
Mention-Schaar es una cineasta cuya filmografía se centra en la rutina diaria, con personajes que son personas de la vida real y con situaciones que pueden resultar familiares a los espectadores. Sigue la estela de Céline Sciamma aunque, a diferencia de la directora de ‘Girlhood’, que se centraba adentrarse en una imagen alternativa femenina, Mention-Schaar se limita a mostrar hechos dando igual el género, creando historias también de corte realista pero con una imagen esperanzadora gracias a su mensaje.
Basada en un hecho real. La realizadora muestra una clase de una generación prácticamente considerada perdida por un sistema que no les ofrece una alternativa. El pragmatismo del laicismo francés puede funcionar pero, tal como lo muestra la directora, para ello es fundamental la implicación del educador, así como ayudar a que adolescentes de orígenes tan dispersos y culturas diferentes se cohesionen y empaticen con una realidad que, aparentemente, les resulta lejana y ajena.
Y ahí es donde funciona ‘La profesora de historia’ (cuyo título original –‘Les héritiers’ (‘Los herederos’ en castellano)– es un estupenda referencia al mensaje que desea divulgar), ese mensaje que de cualquier intolerancia y odio injustificado se pueden provocar los peores crímenes de la humanidad y que la única salida es la diplomacia y el entendimiento, que sólo se consigue con asertividad y ayuda mutua. Porque el antisemitismo puede transformarse en racismo, homofobia o el odio a gente de diferentes religiones. Es esencial ejercitar la memoria histórica. Un mensaje tan fuerte sólo llega a través de la educación, de la dedicación que debe poner el sistema público en un país.
Y por ese apoyo tan fuerte para concientizar de la necesidad de educar, de transmitir valores a través del colegio hace de ‘La profesora de historia’ un filme necesario. Este adjetivo quema, porque es cierto también que apenas muestra algún signo de innovación fílmica y que deja algunos cabos sueltos, pero su mensaje es tan importante, que debe perdonarse ese desliz cinematográfico.
Esa esperanza en la juventud, en los valores que aporta del conocimiento, llega a buen puerto. El público saldrá concienciado con esa necesidad. Bien filmada y con un guion escrito entre la cineasta y uno de los actores de la cinta (Ahmed Dramé), que vivió en sus propias carnes este mensaje en el mundo real. Un homenaje que, si bien no llega a ser una obra maestra de los Hermanos Dardenne o ‘La clase’ de Laurent Cantet, cumple con su objetivo sobradamente.