Cuando en 2011 Carlos Saldanha estrenaba ‘Río’ supuso un soplo de aire nuevo a la industria de animación estadounidense; donde Disney, Pixar y DreamWorks dominan el cotarro. Fox, a través de Blue Sky Studios, trajo una película llena de color con un escenario que Saldanha conoce bien al ser natural de Brasil. Tal fue el éxito que tres años después llega ‘Río 2’ con el difícil reto de mantener la frescura original de su predecesora.
En esta entrega Blu y Perla gozan de una vida estupenda junto con sus tres hijos y sus amigos Rafael, Nico y Pedro en Río de Janeiro, dentro de una reserva natural para evitar su extinción. Todo cambiará cuando Tulio y Linda encuentren más guacamayos cerúleos en lo más profundo del Amazonas. Ahí es cuando Perla querrá reencontrarse con sus familiares a los que creía perdidos, lo cual supondrá un reto para Blu, que deberá enfrentarse a los peligros de la selva.
‘Río’ fue la sorpresa del año. Saldanha se tomó un respiro de la saga ‘Ice Age’ y dedicó una película llena de amor a su país, consiguiendo mostrar con sumo cuidado una mirada a su Río de Janeiro natal. Ahora el director decide cambiar de escenario en la secuela y escoge nada menos que el Amazonas.
‘Río 2’ es más ambiciosa que su antecesora y esto se convierte en un arma de doble filo. Por un lado, su mayor presupuesto permite que la animación sea todavía más sofisticada que en la primera entrega, ofreciendo al espectador auténticos paisajes paradisíacos de la selva amazónica, imágenes llenas de color y un 3D que cumple solventemente. No sólo en cuestiones técnicas sale ganando, pues ‘Río 2’ también mantiene la esencia de los personajes principales de su anterior film y añade la inclusión de los hijos de la pareja de guacamayos y la familia política de Blu. También gana en la reconversión de personajes anteriores como Nigel, el malvado loro que hizo lo imposible por destruir a Blu y Perla, en un personaje trágico operístico.
La confrontación entre dos mundos vuelve a ser un reclamo en esta película, y no cansa. Ahora se lleva ese enfrentamiento a la selva, pudiendo considerarse un llamamiento a la vida natural alejada del artificio o una búsqueda de cohesión entre ambos bandos y la posibilidad de un desarrollo sostenible.
Sin embargo, la presión de ser una secuela hace mella en una película que, en su deseo de ofrecer algo más, o se vuelve excesiva o se queda corta. Las escenas con canciones y baile son las principales protagonistas, aunque al espectador menos dado a los musicales le puede provocar cierto hastío, y sus momentos cómicos son un déjà vu de su predecesora. Además, su mensaje ecologista en contra de la destrucción del Amazonas se agradece, aunque en algunos momentos roce lo moralista.
Aun así, ‘Río 2’ sigue siendo una propuesta interesante. Los espectadores más jóvenes disfrutarán del colorido y exótico paisaje, al igual que podrán aprender del mensaje ecológico del filme. Quizás el público más exigente eche en falta una mayor complejidad, pero ‘Río 2’ vuelve a ser un chute de diversión y alegría, una samba que será difícil dejar de bailar. Puro ritmo.