Crítica de ‘Mond’ (Kurdwin Ayub, 2024)

Fotograma de Mond

Una antigua artista marcial contratada para entrenar a tres adineradas hermanas jordanas descubre que el «trabajo de sus sueños» se vuelve inquietante, ya que las jóvenes, aisladas, están bajo vigilancia constante y no muestran ningún interés por el deporte. ¿Por qué la contrataron realmente?

Por complejidades en la logística para rodar en el país de Irak, la directora Kurdwin Ayub decide ubicar la historia de su tercer trabajo en la parte kurda de Jordania. Lugar donde actualmente sigue habiendo mucho sexismo, al igual que en Irán, y un tema clave que la directora no quería dejar de mostrar. Mond nos sitúa en el nuevo trabajo que ha encontrado Sarah, quien viaja a Jordania para entrenar a tres hijas de uno de los hombres más ricos de este país. Sus sesiones y acercamientos con ellas le harán darse cuenta de la realidad en la que viven Nour (Andria Tayeh), Shaima y Fatima y que el poder no está relacionado necesariamente con la felicidad.

En la primera parte de ‘Mond’, observamos el estancamiento profesional de Sarah (Florentina Holzinger) a causa de su derrota en el último combate de MMA. Intenta a toda costa buscar una salida relacionada con este deporte en el que lleva años de experiencia, aunque durante sus largos despertares pensativos y una actitud apática con el resto del mundo, determinamos que realmente está dudosa de su futuro profesional. Esta situación la lleva a encontrarse desolada la mayoría del tiempo e incluso cuando consigue el trabajo en Jordania, porque a pesar de que ya haya encontrado un empleo, en este país no conoce a nadie y únicamente sale del hotel para ir y volver a la casa donde la han contratado para entrenar a las tres chicas iraquíes. Los primeros contactos con ellas son singulares, en escasas ocasiones ponen interés en las clases de artes marciales. Pero Ayub va a ir sembrando de manera paulatina sobre Sarah una sospecha de que algo maligno está ocurriendo en esa casa: el hecho de no tener wifi y de que no vayan a la escuela, algo que en un principio no parece darle mayor importancia; después, una de las hermanas le pide a escondidas en varias ocasiones el móvil; o cuando el hermano de ellas le avisa cordialmente de que tiene prohibido subir a las habitaciones mientras su asistente le abronca en iraquí, sin entender el idioma Sarah, sobre que estaba husmeando y que tenía que despedirla.

En una de las veces que Nour usa el móvil de Sarah, graba un vídeo en su casa para que después Sarah lo vea en el hotel. Como ya hizo en Sonnie, Ayub vuelve a utilizar el recurso de la pantalla vertical propia del móvil para, en esta ocasión, que Nour avise a Sarah de la situación que están viviendo en la mansión. Las sospechas de Sarah se confirman y decide plantarle cara a la persona que la contrató.

Parece que la intención de Ayub es mostrar de manera muy superficial el machismo vigente en los países árabes. Es evidente que el hermano de las 3 jóvenes sigue las órdenes de su padre y no quieren que salgan bajo ningún concepto por el hecho de ser las hijas de una persona poderosa de ese país: nunca salen de casa y si salen es con su guardaespaldas, el no poder comunicarse con el exterior, o encerrar a una de ellas porque está enferma (reflejo del qué pensarán los demás). Se queda en esa superficie sin ahondar mucho más allá para enseñar lo que la directora quiere de verdad: la sororidad entre mujeres. Sarah se da cuenta de la situación, y no se niega a socorrerlas cuando se lo piden. En el momento de la huida cuando las trae ropa para que salgan camufladas del centro comercial, se queda esperándolas mucho tiempo, más de la hora que habían acordado, hasta que llegan y se cambian de atuendo. Es un ejemplo de que a Sarah le importa el futuro de ellas y le parece una injusticia la situación que están viviendo por ser las hijas de X. Ella en ningún momento lo verbaliza, su mirada y sus gestos lo dicen todo, va a estar ahí cuando ellas lo necesiten.

La ganadora del Premio Especial del Jurado en 77º Festival de Locarno 2024, y ahora más recientemente la ganadora del Festival Internacional del Cine de Mujeres 2024, nos expone casi en su última parte distintas posibilidades de salida a la espeluznante situación en la que viven, con un final algo inesperado y poco prometedor para su futuro. Kurdwin Ayub nos habla de la falta de libertades de las mujeres nacidas en países árabes, en un film con tintes de thriller combinado con un mensaje de solidaridad femenina.

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3.6
  • Originalidad
  • Fotografía
  • Edición y montaje
  • Banda Sonora
  • Guion
  • Interpretaciones
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