El musical de Stephen Sondheim ‘Into the Woods’ supone una revisitación a los clásicos cuentos de los Hermanos Grimm en clave adulta y oscura. En su afán de crepuscular sus clásicos, Disney vio en esta multipremiada producción de Broadway una oportunidad para seguir esa estela de “destruir su imagen” de barroquismo conservador. Y es que, la obra musical original supone un oscuro relato acerca de la responsabilidad tanto de lo que se desea como de ser conscientes del legado que se deja a los hijos.
El panadero y su esposa tienen una maldición sobre sus espaladas, no pueden tener hijos. Ese horrible maleficio, se lo produjo la malvada Bruja a la familia del panadero por haberle robado rapónchigos de su jardín, junto con unas habichuelas mágicas. Esto último provocó que la Bruja, de hermosa apariencia, envejeciera y se afeará dándole un aspecto siniestro. Pero el momento de romper el encantamiento ha llegado, y la Bruja les ofrece deshacerlo si consiguen encontrar cuatro elementos: una vaca tan blanca como la leche, una capa tan roja como la sangre, una mechón de pelo tan rubio como el maíz y un zapato tan dorado como el oro. Ahí es cuando se introducirán en el bosque, donde todo puede suceder.
Rob Marshall es un maestro de los musicales, celebrado es ‘Chicago’, que fue la culminación de su carrera como cineasta, puesto que ya tenía a sus espaldas un importante recorrido como coreógrafo y director de teatro. Bailarín de profesión, se tuvo que retirar de la danza cuando sufrió una hernia discal, que le ha hecho uno de los realizadores más conocido del género musical.
A diferencia de ‘Annie’ o ‘Chicago’, la etapa como director de musical de Marshall empezó a decaer tras el fracaso de ‘Nine’. Con un descanso de por medio, en el que dirigió el taquillazo ‘Piratas del Caribe: En mareas misteriosas’; ‘Into the Woods’ supone su reconciliación con el público, pero no tanto con la crítica.
Con un primer acto prometedor, los momentos musicales iniciales encienden la llama del interés. Parece que se está ante un nuevo clásico épico donde las canciones siguen el ritmo de la trama. Pero eso se pierde en cuanto se presenta a los personajes. Poco a poco, la trama va perdiendo fuelle en pos de momentos musicales hechos para puro lucimiento de sus intérpretes. Cierto es que personajes como el de Anna Kendrick o Emily Blunt son llevados con cierto atino, pero la película cae ante un baturrillo de anti-tópicos cargantes: príncipes infieles, bruja que en realidad son divas, finales que no son tan felices, personajes femeninos que intentan demostrar fehacientemente que no son dependientes. Rob Marshall parece haber hecho fan-service para su público más fiel a lo políticamente correcto.
El resultado es una obra inconexa, que no sabe trazar las subtramas, que las subraya como si al público hubiera que darle todo masticado. Se convierte en una fallida traslación del musical al cine. ‘Into the Woods’ fascinará a aquellos que amaron ‘The Big Gay Musical’, a los que consideran ‘Maléfica’ baluarte del feminismo, a los seguidores de las teorías freudianas y a los fans más acérrimos de Meryl Streep, que aquí está demasiado exagerada en su papel de diva malévola a lo Cher. Por el contrario, tendrá el más frontal rechazo para aquellos que realmente admiran el musical original de Sondheim y el libreto de James Lapine.
Una vez vista, se olvida tan rápido como se llega a casa. Una decepción que, afortunadamente, con la revisión de ‘Cenicienta’ no sucede.