‘Hombres, mujeres y niños’ (Jason Reitman, 2014)

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Si algo queda claro para el director de ‘Juno’ o ‘Up in the Air’, Jason Reitman, es que Internet es algo malo que ha alejado a la gente de las comunicaciones personales. Al menos, ese es el mensaje que percibe en su última película: ‘Hombres, mujeres y niños’. Una comedia dramática coral liderada por Adam Sandler, Jennifer Garner, J. K. Simmons y Ansel Elgort.

Este relato investiga el efecto de Internet sobre un grupo de estudiantes de secundaria y también sobre sus padres. Muestra cómo este invento ha cambiado la forma de relacionarse de la gente. Pornografía, blogs y redes sociales serán al mismo tiempo válvula de escape y causa de conflicto dentro de la familia. La vida de los Truby, un matrimonio insatisfecho sexualmente; la de Joan y Hannah, madre e hija, esta última desea convertirse en una estrella de Hollywood con la ayuda de su madre; la de Tim, ex jugador del equipo de fútbol americano, que se recupera del divorcio de sus padres; la de Brandy, cuya madre ejerce un control obsesivo y sobreprotector en las redes sociales que utiliza. Todas las historias están entrelazadas por esa red invisible.

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La forma de realizar cine de Reitman ha sido creativa en su presentación. Esa joven adolescente embarazada que duda si en abortar o no pero que se toma los hechos con humor y música; ese hombre que viaja a varias partes del país encargándose de realizar el trabajo de despedir a personas de empresas, que no tienen valor para enfrentarlas. Y es que el director canadiense sabe crear una mirada cómica ante una situación dramática. Su juventud le ha permitido hablar de temas delicados con frescura y atrevimiento, aunque su mensaje tenga cierto aire conservador.

Con ‘Hombres, mujeres y niños’, el cineasta decide analizar cómo Internet ha cambiado la vida social de la gente. Con un inicio grandioso; con el satélite Voyager viajando por el espacio, dando a entender la pequeñez de los problemas de la sociedad, de la clase media. El director se convierte un Dios con voz femenina que pretende mostrar las realidades de una ciudad estadounidense convencional.

Y ahí radica el problema de esta propuesta. Pasado el momento épico, la cinta se desploma. Hay demasiados temas propuestos, demasiada moralidad, el ataque al mal uso de Internet es el imperante pero no hay un mensaje coherente. De acuerdo, la red deshumaniza, pero no hay alternativa, no existe una mirada conciliadora. Sería algo pasable si no fuera porque no hay una resolución de los conflictos que se exponen, no hay un mensaje que deje poso. Reitman pretende abarcar varios debates y, como el que quiere caer bien a todo el mundo, acaba por quedarse a medias.

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Si sólo fuera eso, sería una obra llena de buenas intenciones. Sin embargo, el experimento sociológico que propone el canadiense resulta anticuado, sin perspectiva real. Las actuaciones, que son espontáneas, no salvan este problema de enfoque. Los conflictos que muestra podrían haber sido propuestos sin necesidad de demonizar a la red. ¿Dónde queda esa generación de treintañeros, hijos de la crisis, cuya juventud ha estado ligada a la difusión de Internet? ¿Y de esos veintañeros que conviven desde niños con Internet? ¿Dónde está la crítica a la información masiva que desinforma?

‘Hombres, mujeres y niños’ hubiera podido funcionar como investigación…en 1997, cuando Internet empezaba a florecer masivamente en las casas. Vista ahora resulta como el perfil de Facebook, Instagram o Pinterest de cualquier joven inmaduro, lleno de información desordenada y caótica.

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