Dijo Confucio: “Cada cosa tiene su belleza pero no todos pueden verla”. Hay pocos directores que deseen plasmar la mirada del animal salvaje como lo hace Jean-Jacques Annaud. De manera más como ‘El nombre de la rosa’, ‘El amante’ o ‘Siete años en el Tíbet’ o en su mirada más animal como ‘El oso’ o ‘Dos hermanos’. Siguiendo la estela de la última mirada nombrada llega ‘El último lobo’ que podría configurar como la tercera parte de esa trilogía que en 1988 empezó con ‘El oso’.
En 1967, Chen Zhen, un joven estudiante de Pekín, es enviado a vivir entre los pastores nómadas de Mongolia Interior. Chen tiene mucho que aprender sobre el modo de vida en esa tierra ilimitada y hostil, sobre la noción de comunidad, de libertad y de responsabilidad, y sobre la criatura más temida y venerada de las estepas: el lobo. Seducido por la compleja y casi mística relación entre estas criaturas sagradas y los pastores, capturará una cría de lobo con la idea de domesticarlo. Pero la relación entre el hombre y el animal, el modo de vida tradicional de la tribu e incluso el futuro de la Tierra se ven amenazados cuando un oficial del gobierno central decide eliminar a los lobos de la región.
Lo primero que hay que hacer es agradecer que a sus 73 años el realizador francés se haya propuesto filmar una obra épica de tal alta escala. La historia de estos lobos está sumamente cuidada en detalle audiovisual, sabiendo conjugar los efectos especiales con lobos reales. A diferencia de otras producciones, esta vez Annaud se alía con China para relatar el camino de un joven que busca un equilibrio entre la naturaleza de los lobos y la de las personas.
Ayuda mucho que esté basada en la novela homónima de Jiang Rong puesto que el punto de vista del protagonista es esencial para entender los hechos mostrados. La Revolución Cultural China es un tema recurrente en el cine de este país, Zhang Yimou lo ha tratado como mínimo tres veces (‘El camino a casa’, ‘Amor bajo el espino blanco’ o su filme más reciente, ‘Coming Home’). Una nueva perspectiva sobre cómo se llevó este movimiento sirve tanto como para conocer un nuevo enfoque más de este hecho histórico como excusa para entrar de lleno en el mundo de lobos.
Porque ‘El último lobo’, pese a su enorme belleza visual y sus épicas pretensiones de aventura, inicia su emocionante andadura en el segundo acto del metraje. De acuerdo, el primer acto funciona como presentación. Pero aquí Annaud hubiera estado más acertado haber empezado de forma más rápida que la trama en sí, el conflicto entre humanos y animales.
Restando ese pero y una vez dentro de la película, Annaud relata una historia apasionante que es un canto de amor a la vida salvaje y nómada. El cineasta francés sabe llega al punto de poner la balanza entre el documental y la historia del joven Chen Zhen. No es un equilibrio a partes iguales, el protagonista absoluto es el lobo, pero es lo suficientemente bien hecho como para tener empatía hacia el protagonista.
Quizás no sea ‘Nómadas del viento’ pero esta propuesta del director galo convence. Tiene los ingredientes necesarios para disfrutarla: Acción, naturaleza salvaje, bellísimas imágenes visual y un relato que saber ser épico. Se echa en falta mayor crítica social y política pero aquí es cuando se puede ver que el gobierno chino es quien la cofinancia. ‘El último lobo’ será una delicia para los amantes de un cine donde el héroe es una persona normal, una película bien llevada y cargada de intensa emoción.