Uno de los problemas del cine europeo es la falta de corporativismo en el continente; haciéndole un favor al cine estadounidense. Gracias festivales como el de Cannes o el de Berlín, bastante filmografía europea llega a las salas españolas; una de las afortunadas ha sido ‘El desconocido del lago’, el sexto largometraje de Alain Guiraudie que se convierte en la primera película del realizador francés en distribuirse en territorio español. La película obtuvo el premio al Mejor Director en la sección «Una cierta mirada» de la 66ª edición del Festival de Cannes.
Es verano, un lago apacible es el escenario, un paraíso exclusivo para encuentros, sobre todo sexuales, entre varones. Franck, como todos los veranos, va a ese lugar tranquilo para buscar relajarse. Allí el joven traba amistad con Henri, un señor solitario y triste que acaba de separarse de su pareja. A la vez, conoce a Michel, un hombre atractivo y con un aura de misterio y peligro. Una noche, Franck es testigo de cómo Michel comete un acto deleznable. Aún a sabiendas de que no le conviene, el joven decidirá vivir un amor apasionante y peligroso con el atractivo Michel, poniendo en riesgo su vida.
Guiraudie acierta con una puesta en escena austera y natural. El relajante lago es prácticamente el escenario único junto con el bosquejo que le rodea donde los varones van en busca de encuentro sexuales. Cada acto empieza de la misma manera, los coches aparcados en un claro sirve de puerta a ese lugar, mezcla de belleza y sordidez. Se agradece que el realizador francés haya decidido no ser nada recatado con su cinta. Rara vez se puede observar en una película convencional tanta explicitud de relaciones homosexuales masculinas. En esto, Guiraudie sin pretenderlo, consigue obtener un punto vanguardista a su favor porque la explicitud de sus escenas mucho tiene que ver con las tramas, no es nada gratuito. Recuerda, en su momento, al estreno de ‘El imperio de los sentidos’ de Nagisa Oshima.
El espectador es testigo de cómo Franck, sabiendo que su vida corre peligro, se encarna en un círculo vicioso, un bucle de deseo, atracción, sexo y perversión. El realizador es crudo, no busca la elegancia. Sin embargo, lo paradójico es que el escenario sí lo resulta y la combinación de ambas provoca que ‘El desconocido del lago’ se convierta en un film que sorprenda al espectador.
Guiraudie muestra el sexo sin enjuiciarlo, como François Ozon con su reciente ‘Joven y bonita’. Su temática, pasional y terrenal, podría ser una contraparte de su coetánea ‘La vida de Adèle’ de Abdellatif Kechiche. Ambas tienen trazos paralelos y opuestos que se atraen. ‘El desconocido del lago’ no es una película políticamente correcta, no es apta para activistas políticos o sociales. El director muestra una parte muy concreta de la vida homosexual masculina y, quizás, su crítica se muestra desde ese vacío que provoca esos encuentros. Esa búsqueda por el amor a través del sexo, a sabiendas que es un camino turbio y peligroso.
El joven Pierre Deladonchamps consigue plasmar ese cúmulo de sensaciones contradictorias, esa búsqueda constante del cariño a través del peligro. Christophe Paou interpreta a un beau ténébraux (traslación masculina de la clásica femme fatale) de mediana edad, rara vez visto en cine. Paou irradia sensualidad, belleza y maldad, todo al mismo tiempo. Una versión madura del Querelle de Brest de Rainer W. Fassbinder. Hacía falta una representación de la belleza alejada de la juventud. Patrick d’Assumçao representa ese figura del hombre mayor solitario que necesita compañía y que no sabe cómo expresarla; su rigidez emocional sirve como punto opuesto al de la imagen de Paou.
‘El desconocido del lago’ es un thriller de amores no correspondidos, una espiral de autodestrucción sin salidad, una fábula oscura de peligro, deseo, sexo y muerte. Una película cruda, directa, sin preámbulos