Léo Delibes, en su ópera ‘Lakmé’, creó una de las mejores estrofas recordadas en la ópera romántica en su Dúo de las flores: “Bajo la bóveda frondosa, donde el blanco jazmín se entrelaza a la rosa. En la ribera florecida que sonríe a la mañana. Deslicémonos suavemente en sus cautivadoras aguas. Sigamos la corriente huidiza. En la onda que una mano indolente estremece”. Isao Takahata ha creado su propia ópera romántica en forma de largometraje clásico con ‘El cuento de la princesa Kaguya’, aclamada en Festivales como Cannes, Annecy y San Sebastián y nominada al Oscar a Mejor Film de Animación.
Un honorable anciano dedicado a cortar bambú, encuentra en un tallo a una frágil niña que parece venida de otro mundo. Se trata de la Princesa de la Luna. Decide cuidarla junto con su esposa, puesto que la naturaleza no les había dado hijos naturales. Sin embargo, pronto verán que la providencia les empezará a regalarles oro y prendas lujosas. Lo ven como una señal para educar a la muchacha como una princesa.
Tras estar catorce años en la sombra, trabajando en otros menesteres para Studio Ghibli, Takahata vuelve con una auténtica joya de orfebrería. Tras ‘Mis vecinos los Yamada’, el realizador japonés reinventa el concepto de animación trayendo una obra fuera de lo común y pocas veces vista en la historia de la animación en Japón.
El relato, basado en la fábula popular ‘El cuento del cortador de bambú’, narra la tragedia de su joven protagonista, que debe pagar un duro castigo por haber cometido el crimen de querer ser libre. Una protagonista que vive en una época adelantada a su tiempo y que sabe que no tiene escapatoria y acepta su destino con abnegada melancolía. Sin duda, se trata de una las heroínas más alejadas de las mostradas por Studio Ghibli como San en ‘La princesa Mononoke’ o Nausicaä en ‘Nausicaä del Valle del Viento’, creadas por ese otro maestro que es Hayao Miyazaki.
Y en esto está la diferencia entre Takahata y Miyazaki. Los protagonistas de Takahata son más cercanos al costumbrismo japonés que los de Miyazaki. Ya se pudo ver en obras maestras como ‘La tumba de las luciérnagas’ y ‘Recuerdos del ayer’. En ‘El cuento de la princesa Kaguya’, el cineasta evoca a un tiempo anterior emulando el trazo de los antiguos lienzos del Japón, y llevando la animación a su expresión mínima con trazos minimalistas.
Con lo cual, ‘El cuento de la princesa Kaguya’ es uno de los mejores testamentos que un autor puede dejar en vida. Una auténtica gesta antigua traída a la actualidad y una joya contemporánea de la animación.
Valoración crítica de 'El cuento de la princesa Kaguya'
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Resumen
Lo mejor: Se trata de una las grandes obras maestras de la Historia del Cine de Animación.
Lo peor: El no estar acostumbrado a este tipo de cine y menospreciarlo.