Un buscavidas (Bradley Cooper) se compincha con una pitonisa (Cate Blanchett) para estafar a millonarios…
Las películas de Guillermo del Toro, por lo que sea, siempre tienen un sello personal imperdible y llamativo. A saber, ‘Cronos’ ya fue impresionante, ‘Pacific Rim’ hizo las delicias del público y ‘El laberinto del fauno’ es, para un servidor’ una obra imperdible para toda aquella persona que ame medianamente el cine. Me dejo más títulos suyos, sí, pero era por poner unos pocos. Ahora aparece ‘El callejón de las almas perdidas’, una obra en la que Bradley Cooper es un estafador que va marcando a toda persona que se encuentra dentro de la película, y en la que los engaños y los giros de guion (aunque ciertamente algo perceptibles) están a la orden del día y son una de las razones de aguantar su metraje.
‘El callejón de las almas perdidas’ y la teatralidad.
Ojo, ‘El callejón de las almas perdidas’ es buena. Pero dividámosla en dos… ¡qué carajo, tres!, en tres partes. La primera: Guillermo del Toro haciendo lo que mejor sabe hacer: el tetricismo, si es que existe esa palabra. No voy a buscarla, pero me suena. La teatralidad (esta sí), el montar un mundo paralelo pero elegante, bello, perfectamente orquestado para que la función sea plausible para la inmensa mayoría del público. El mundo circense, feriante, tiene algo atractivo y bizarro que al público enerva, pero alimenta. Desde ‘El imaginario del Doctor Parnassus’ hasta ‘La parada de los monstruos’ han jugando con este ambiente de carpas y engaños de una manera en la que el público quede encandilado y anestesiado de la realidad. Hay algo atrayente, pero que a la vez da miedo, que repugna o asusta… algo a lo que no te deberías de acercar pero lo haces. Tremendo mundo el del circo, el de la feria.
Dividir para vencer.
‘El callejón de las almas perdidas’ es larga. Es una obra atractiva pero complicada en cuanto a la ambientación. He dicho que había tres partes divisibles dentro de la misma (en mi humilde opinión). La segunda es el mundo fuera de este apartado circense. En este mundo, Bradley Cooper se aleja de ser un estafador feriante de poca monta para ser un estafador de etiqueta, con un traje elegante y precioso que le queda como un guante, dicho sea. El ambiente cambia totalmente, al igual que la propia luz de ‘El callejón de las almas’ al completo. Pasa a ser más ácida, incómoda, con una soberbia nada atractiva para el público que ejerce en el mismo esa sensación de intranquilidad que, de ser parte de lo que Guillermo del Toro quería conseguir, es para levantarse y aplaudir.
Ahí hay varios detalles a tener en cuenta. Como si de un cuadro de resumen para estudiar se tratara, un subpunto sería, creo que de manera obvia, las interpretaciones de todas aquellas actrices que forman parte de ‘El callejón de las almas perdidas’. Cate Blanchett, Rooney Mara y Toni Collette destrozan la cámara y les dan, entre las tres, las suficientes vueltas como para que sean entendidas como las grandes artífices de que la película sea un triunfo. El otro subpunto es la fotografía que envuelve la obra: desde un comienzo ya está cromáticamente extraña, pero a todo esto hay que añadir que los planos primarios y de fondo, y aquellos en los que el protagonista está frente a la pantalla, son una absoluta delicia que envuelve y alimenta ‘El callejón de los milagros’ para hacerlo un producto aún más rico.
En estos dos puntos ya notamos, como he nombrado antes, la diferencia en la fotografía; pero además en la primera parte circense tenemos un color envolviendo el aura de tonos fríos y azulados, algo distantes, que pasan a relatar sin mediar palabra las relaciones personales que tienen dentro del propio circo en el que, aunque están juntos, hay ciertos grados de desconfianza. Si es que entre estafadores… En la segunda parte el tono pasa a ser más cálido, jugando con ocres y tonos rojizos; aunque la confianza no ha conseguido aparecer para el personaje interpretado por Bradley Cooper.
En definitiva.
Como colofón final y tercera parte en la que podríamos dividir ‘El callejón de las almas perdidas’ aparece el «mal rollo». Las imágenes complejas y siniestras que Guillermo del Toro, en ocasiones, tiene a bien regalar al público. En esta película su elección es sabia y ocurrente, organizada conforme a la trama, por lo que son un refuerzo más para entender la historia y a la vez descubrir ese sello del director mexicano que habíamos comentado.
En definitiva, unimos todos los detalles y elementos de ‘El callejón de las almas perdidas’ y, a pesar de ser más larga de lo que podría haber sido dado su narración, tenemos una divertida e interesante película en la que la atracción con la historia es instantánea, y el quedarse en la trama que nos presenta algo sencillo de hacer. ‘El callejón de las almas perdidas’ convence.
Tráiler de ‘El callejón de las almas perdidas’.
¿Nos encanta?
Overall
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Originalidad
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Fotografía
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Montaje y edición
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Música
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Guion
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Interpretaciones
User Review
( vote)A destacar
- La contraposición de planos, el detalle cercano y el detalle lejano con todo «difuminado».
- La teatralidad, sello de la propia película.