La comedia romántica es uno de los géneros más manidos en la industria cinematográfica. Pese a esto, sigue teniendo una buena cantidad de seguidores, que cada vez se vuelven más exigentes. A la par que tiene apoyo, también existe un número notable de detractores. ‘El amor está en el aire’ es una nueva propuesta de este género, venida de Francia y con la actriz Ludivine Sagnier como figura de calidad, supone el debut en solitario de Alexandre Castagnetti y la primera incursión en un papel protagónico para Nicolas Bedos, actor, director, guionista, humorista y, ante todo, personaje de la farándula.
Julie es una joven escultora que regresa a París después de estar una temporada en Nueva York. Está emocionada, pues a los pocos días de llegar se casará con el hombre ideal, un abogado de un importante bufete. Sin embargo, las cosas se torcerán en el vuelo que le llevará rumbo a su amado. Y se torcerán porque tendrá de compañero en el avión nada menos que a Antoine, su ex novio al que no ve desde hace tres años. Él es un mujeriego, un inmaduro treintañero empedernido, amante de las juergas nocturnas y el vodka. Durante el trayecto, Antoine querrá reconquistar el corazón de la indignada Julie y demostrarle que aún la ama. Esta horrible coincidencia hará que el viaje de siete horas se convierta en una tortura sin salida.
Vista la trama, es interesante que el enfoque de conflicto en un lugar sin salida como lo es un avión. Como metáfora de un ring de boxeo, resulta entrañable que se quiera hacer la clásica guerra de sexos en un lugar que le pueda dar teatralidad a la película. También provoca interés que el caso sea “chico reconquista corazón de chica”, línea de este género que la magistral ‘Historias de Filadelfia’ es bandera como emblema clásico. Sin embargo, ni esta película pretende ser un nuevo enfoque de las relaciones de parejas ni Castagnatti pretende ofrecer una locura como lo fue ‘Los amantes pasajeros’ de Pedro Almodóvar.
Y es que esta propuesta tiene un toque francés con cierto tufillo a comedia clásica estadounidense (el que la música sea prácticamente en inglés y que se utilicen como escenarios los lugares más turísticos y emblemáticos de París refuerzan esa sensación). No anhela ser trascendental en este género. El uso de analepsis le hace perder originalidad. También cuesta creer que para una trama tan sencilla hayan sido necesarios seis guionistas, entre los que se encuentra el irreverente Bedos.
Porque ‘El amor está en el aire’ tiene como principal virtud a la ya nombrada Ludivine Sagnier y a su propuesta inicial. La actriz vuelve a demostrar el porqué es una de las prometedoras intérpretes de Francia. Musa de François Ozon, su evolución y versatilidad se han demostrado en obras como ‘Gotas de agua sobre piedras calientes’ u ‘Ocho mujeres’ donde era una chica con apariencia inocente; o en ‘Swimming Pool’, donde era una ninfa seductora. Su interpretación es fresca, espontánea, no es su gran papel pero su solvencia hasta en obras menores se agradece. Su compañero, Nicolas Bedos, está correcto, aunque gran parte de ese mérito se debe a que su personaje tiene un porcentaje alto de su propia vida personal. El polémico artista se muestra comedido y sólo da pequeño arañazos cuando podría haber mostrado una auténtica burla a la comedia romántica al estilo de la estupenda ‘500 días juntos’; pero no ha sido así.
Con esto, ‘El amor está en el aire’ queda como un mero divertimento para amantes del género poco exigentes. Ideal para disfrutar en una buena tarde de otoño y acompañada con un copa de vino. No resultará una pérdida de tiempo, al menos.