El periodista estadounidense Hodding Carter dijo: “Solamente dos legados verdaderos podemos aspirar a dejar a nuestros hijos: uno, raíces; el otro, alas”. La humanidad es el legado de nuestros antecesores, el resultado de una evolución hacia delante. La familia es el grado primitivo de sociedad, aquél donde se empieza a tomar contacto con el resto del mundo. El cineasta italiano Francesco Munzi trae en su tercer largometraje, ‘Calabria’, presentado en la 71 edición del Festival de Venecia, el oscuro mundo de la mafia del sur de Italia en su forma más originaria.
En un pequeño pueblo de la región de Calabria, al sur de Italia, los hermanos Carbone viven alejados unos de los otros. Hijos de pastores, su familia entró a formar parte de la “Ndrangheta”, siendo una familia criminal calabresa. Después del asesinato del cabeza de familia, cada uno decidió llevar su propio destino. El mayor, Luciano, vive de pastorear cabras, del negocio de la leche y los quesos, aislado del mundo de las mafias y el contrabando; Rocco, el mediano, vive en Milán de su empresa de construcción, aunque de vez en cuando acepta los sobornos y ayuda a Luigi, el hermano pequeño y dedicado plenamente al tráfico de droga. El conflictivo hijo de Luciano, Leo, se acerca a los asuntos turbios de su tío Luigi. En un momento de ira, el joven pierde el control y desata una guerra entre familia en la región, provocando que los tres hermanos se vean forzados a unirse para defender el honor y la vida familiar.
Adaptación de la novela ‘Almas negras’ de Gioacchino Criaco, Munzi inicia esta tragedia de forma convencional. El cine ha mostrado los asuntos de la mafia de una forma que va a caballo entre lo sórdido, lo ostentoso y lo elegante del lujo que da el dinero sucio. Cierto, empieza de esa forma. Sin embargo, pronto el realizador lleva la trama a su forma originaria, lo primitivo de los instintos de la corrupción de la mafia. La actuación irresponsable del más joven de la familia rompe una perturbadora tregua entre familias en la región. Munzi aprovecha tal momento para mostrar lo que realmente son las mafias en esta región del sur, la punta de la bota es la punta del iceberg de un sistema heredado del que es imposible escapar.
Los errores de los padres, los hijos los intentan evitar en ellos mismos, pero la naturaleza familiar, aunque no se muestre al principio, se puede manifestar quizás no en los hijos; pero sí en los nietos. El legado familiar, en sus diversas formas, puede ser una losa para los descendientes. Munzi aprovecha el mundo de la mafia para crear un diálogo entre estar atrapados por los fantasmas de un pasado familiar que tortura o escapar y cortar con este pasado. Al ser un diálogo complicado, Munzi lo lleva hasta las consecuencias más trágicas en sus últimos actos como si fuera inevitable escapar de ese círculo vicioso.
Por su aspecto y su mensaje, ‘Calabria’ se acerca a la excelente ‘Gomorra’ o la cruda ‘Ciudad de Dios’. El filme es una fuerte y ácida crítica no sólo a las estructuras familiares que mantienen ese sistema corrupto, en el que todos saben y todos callan, es también una feroz lucha contra esa glorificación que se le ha dado la mafia, se apelliden Soprano o Corleone. El aceptar lo inevitable del sistema cual tela de araña de almas negras que envenena a aquél que toca y arrastra a horribles consecuencias.
Más que a la mafia, ‘Calabria’ es un canto al fatalismo, un mundo primitivo en pleno siglo XXI que corroe y emponzoña a todo aquél que toca y que se prolonga a través de arcaicas tradiciones familiares que se mantienen cual moho a las paredes. Un relato que pone delante del espejo a una región, a un país, para que vea sus incoherencias, como los trapos sucios que debe limpiar ya no sólo en privado. Una película inaudita, excelente, cruda y que atrapa al espectador para que se retuerza en el asiento ante múltiples dilemas. De recomendado visionado.