Tras la victoria de Amy Adams en los Globos de Oro, alzándose con el premio a mejor actriz de comedia o musical cinematográfico por su papel en ‘Big Eyes’, llega el análisis de dicha película, la cual ha sido alabada por la crítica por la interpretación protagónica, pero flojeando en otros aspectos importantes, cinematográficamente hablando.
El principal problema del largometraje es el sello de identidad que lleva de antemano, inclusive antes de verla, el sello ‘Burton’. Durante el metraje del film apenas se ve la huella del famoso director, es una película de Tim Burton pero sin Burton, le falta algo que haga pensar que realmente este film ha sido firmado por el célebre director. Apenas hay un ápice de su estilo en alguna escena, en la cual se focaliza el elemento de los grandes ojos, pero tan sólo dura un par de minutos. Ha faltado esa picardía, ese tono oscuro, pero personal de Burton, ha faltado personalidad.
Otro de los problemas latentes en el film es el intento de abarcar absolutamente toda la relación de Walter y Margaret Keane, centrándose sobre todo en lo relacionado con los medios y la farándula, dejando atrás la parte intimista y los detalles personales de la pareja, lo que crea un ambiente de superficialidad que no permite que el espectador empatice ni tan siquiera con la protagonista. Falta esa sensación de ahogo, de agobio, de tristeza que debería transmitir con su historia, lo que hace que la audiencia no se implique, sino que se quede como un mero espectador, sin sobresaltos, sin tensión, demasiada tranquilidad incluso en las escenas de mayor dramatismo y carga narrativa, pero no visual ni emotiva, ha faltado el elemento más importante para emocionar junto con las palabras, la imagen.
La interpretación de Amy Adams es de sobresaliente, ha sabido sacar al máximo partido a su personaje pese a que se podría haber profundizado más, pero esto no es culpa suya, sino del guión y la dirección. Adams consigue llevar con naturalidad esa fragilidad e inseguridad que tenía la propia Margaret Keane en la vida real. Carga gran parte del peso de la película, lo que provoca que el espectador se fije en más de un 60% en su interpretación, lo que hace que este largo no caiga en la bolsa de películas flojas, sino que consiga ser interesante, pero no memorable. Adams ha tenido películas mejores, sí, pero no quita que esta haya sido una gran actuación que merece ser reconocida, además de ser uno de los elementos más positivos de la cinta.
Su compañero de reparto, Christoph Waltz, encarna a un Walter Keane bastante estrambótico que parece que tiene graves problemas psicológicos, demasiado sobreactuado en algunas partes, lo que provoca un efecto cómico en el film, que no desentona, pero quita credibilidad a su actuación. Adams hace sombra a Waltz, lo que hace que no termine de brillar en ‘Big Eyes’ pese a ser uno de los elementos principales de la cinta. Bastante correcto pero no destacable, podría haberse mostrado un Keane más oscuro, dada la historia en la cual está basada y la personalidad real de la persona, pero no ha sido así.
El resto del reparto hace plantearse la importancia que tiene el cuidado de los personajes secundarios o de reparto en las películas, este film es un ejemplo de cómo se puede tener un montón de personajes pero ningún realmente trascendental y la mayoría bastante prescindible, lo que hace que la historia quede apoyada por aire, no hay un pilar fijo, no hay una profundización en la historia, parecen simples arquetipos que sirven para terminar de maquillarla, lo que no da total verosimilitud. Ningún personaje secundario destaca lo suficiente como para destacar su interpretación.
En la parte más técnica es una película que le ha faltado recurrir a una parte más visual, sobre todo al tratar un tema artístico, como son las pinturas de los Keane. Ha faltado ese entrelazado de planos y de montaje que permitan una introspección del propio arte y que conecte con el espectador a través de las situaciones. Una vez más se puede observar que un diálogo no es suficiente para emocionar si no va acompañado de una imagen apropiada. Es demasiado convencional, no hay ningún recurso estilístico destacable.
La banda sonora es bastante correcta, aunque la canción de Lana del Rey no termine de encajar del todo con el clímax del film y parezca casi un recurso puesto a presión, no es un elemento grave, pero podría haberse planteado de otra manera.
En conclusión, es una película de Tim Burton sin Burton, con una brillante Amy Adams que va apagándose poco a poco a causa de los vacíos que presenta el film. Una historia interesante que consigue llamar la atención pero no logra encauzar y mucho menos emocionar, lo que convierte la película en un largometraje que pasará sin pena ni gloria. Una cinta más, con una historia real, que aunque no quede como un film para la posteridad, es interesante de visionar.