Esta primavera la comedia francesa está de enhorabuena en España. Junto con ‘Guillaume y los chicos, ¡a la mesa!’, ‘Crónicas diplomáticas’ y ‘Molière en bicicleta’ ha llegado ‘9 meses de condena’, la nueva comedia de Albert Dupontel. Este actor francés dirige su quinto largometraje. La cinta triunfó en los últimos premios César con los premios a Mejor Guión Original y a Mejor Actriz para la protagonista, Sandrine Kiberlain.
Ariane Felder es una juez estricta, moralista y un apego aún mayor por la soltería. Su carrera como magistrado es no sólo lo más primordial de su vida sino lo único. Durante la fiesta de Nochevieja, Ariane accede a tomar una copa por presión de sus compañeros pero la situación se desmadra. Unos meses más tarde descubrirá que está en cinta. Aprovechando su condición de juez, sabrá quien es el “culpable” del embarazo. Su sorpresa será mayor al descubrir que se trata de Bob Dolan, un criminal de medio pelo perseguido por una terrible agresión.
Es de agradecer que la última película de Albert Dupontel haya llegado a las salas españolas (desde 1997, cuando su ópera prima ‘Bernie’ llegó a territorio españool, no se ha vuelto a ver su cine por salas nacionales). Ahora bien, el filme tiene una trama surrealista muy sui generis. Dupontel se ha inspirado en un documental real, ‘10ª Sala: instantes de audencias’ de Raymond Depardon sobre el sistema judicial francés. Pese a tomarse algunas licencias creativas, el guion consigue mantener cierta coherencia.
Le va a favor la completa antitesis entre la pareja protagonista, Sandrine Kiberlain y el propio Albert Dupontel. Son personajes completamente opuestos con una falta de química notable, muy destacado teniendo en cuenta que son polos opuestos y que deberían atraerse (una es frágil, rígida, moralista; el otro es arrabalero, torpe, inmoral). Aun así, esa ausencia de conexión permite ver las grandes diferencias entre la juez y el delincuente. Con ‘9 meses de condena’, Dupontel logra evadir una trama amorosa que hubiera hecho decaer a la cinta, la cual ya es difícil de conjugar. Otro punto más a su favor es que el cómico aprovecha los momentos donde el diálogo está ausente para mostrar un lenguaje cómico no verbal innovador, inusual en comedias.
La contraparte es que tiene algunos gags que están de más. De hecho, esos momentos sobrantes, la mayoría gore, recuerdan bastante a la primera etapa creativa de Jean-Pierre Jeunet, ahora algo déphasé. Da la sensación de ser escenas forzadas, no concuerdan con la estética de la película y se pierde veracidad, aunque se parta de una trama surrealista.
Se agradecen los intervalos, a modo teatral, que ofrece la película donde a su vez muestra lo falaces que pueden llegar a ser los medios de comunicación. En estos intervalos se pueden ver cameos de actores cómicos como Terry Gilliam, de los Monty Python o Jean Dujardin, ganador del Oscar por ‘The Artist’.
El punto más importante de la película queda resuelto de una forma muy digna. Dupontel, a una manera muy francesa, consigue mostrar las contradicciones de la justicia de su país. El filme se puede resumir en ser una mirada mordaz y sarcástica a un sistema judicial francés injusto donde lo que importa más es si una juez se queda embarazada por una noche loca que por demostrar la inocencia de una persona. No es la gran obra del año pero se está ante una comedia ácida que hará que el espectador más irónico salga satisfecho