Pitágoras dijo: “Educar no es dar carrera para vivir, sino templar el alma para las dificultades de la vida”. La figura del profesor, esa fuente del saber, se ha podido ver en varias ocasiones como ‘El club de los poetas muertos’, ‘La clase’ o ‘Profesor Lazhar’, excelentes largometrajes que mostraron cómo la vehemencia y esmero de un profesor puede ser de importante para sus alumnos. Desde Cuba vino ‘Conducta’, nominada a Mejor Película Iberoamericana en los Premios Ariel y también en la última edición de los Premios Goya.
Chala es un niño de 11 años cuya vida está entre la escuela, con la estricta pero afable maestra Carmela; su casa, la cual evita por tener una madre que se prostituye porque es adicta a las drogas y encima le maltrata; y las peleas de perros donde participa gracias a Ignacio, que podría ser ese padre que nunca conoció, y con las que consigue llevar el sustento familiar a casa. El problema que tiene el chico es que su carácter conflictivo provoca que el colegio quiera enviarlo a un centro de menores con problemas. La maestra Carmela, consciente de las consecuencias que puede tener para el muchacho esa experiencia, hará todo lo posible para que Chala evite entrar en el centro.
El cine cubano se prodiga poco por España, pero lo poco que llega suele ser muy estimable calidad. ‘Conducta’ podría ser, salvando mucho las distancias, una versión renovada, blanca y accesible a lo que fue en su momento ‘Fresa y chocolate’. Ya que la tercera película de Ernesto Darana ahonda en los problemas que asolan a la sociedad cubana, aquella que por el régimen se ve obligada a vivir de manera suburbial y un sistema educativo que, pese a ser igualitario en la manera de acceder a ello, no lo es en cuanto al individuo. Ya lo trató de manera similar en ‘Los dioses rotos’.
El joven Chala es un chico problemático, obligado a hacerse adulto, con una madre incompetente. Por ello, no es un niño de trato fácil, pero hay esperanza, el niño no tiene mal corazón. Aunque eso el sistema no lo ve como atenuantes, sólo considera sus faltas. Su profesora es la única que es capaz de vislumbrar buen hacer y bondad el muchacho. La sociedad cubana mostrada parece estar abocada al abismo, y el sistema no hace nada por rescatar a las nuevas generaciones, es más, las arrojas con facilidad.
Con lo cual, y pese a lo negativo que rodea a ‘Conducta’, la cinta vela por la esperanza, por el optimismo. La profesora Carmela es un símbolo para la vocación del profesor. Es la imagen ideal de la educación, necesaria para cualquier sociedad pero, especialmente, para los países emergentes, la educación es uno de los principios básicos para un Estado de derecho. Hace poco pudo verse la crisis de identidad cubana en ‘Regreso a Ítaca’ de Laurent Cantet.
‘Conducta’ es una declaración a favor de estos profesores, de ayuda a esos niños. Una propuesta que pese a tener como referencia a la clásica ‘Los 400 golpes’ de Truffaut, tiene la personalidad y la calidad suficiente para verse como un filme social, bien filmado y con unas interpretaciones espontáneas y excepcionalmente naturales. Su protagonista, el joven Armando Valdés Freyre es uno de los mejores debuts vistos por un niño en una película, se mide con una veterana, Alina Rodríguez, que es un derroche de talento, que afortunadamente se ha podido ver en pantallas españolas.
Mejor escrita y filmada que contemporáneas suyas como ‘La profesora de historia’ o ‘La lección’, y eso que estas dos son buenas. ‘Conducta’ es una entrañable obra a favor de la educación como base de la vida, algo que parece tan básico que se ha olvidado que debe seguir defendiéndose. Un estupendo logro.