Parecía imposible pero, finalmente, no lo ha sido. La resurrección de los cómics de Astérix en el cine ha sido posible. Después de infames producciones de acción real, a cada entrega más burda, llega una vuelta a los orígenes con aires de renovación. Se trata de ‘Astérix: La residencia de los dioses’, primera película de animación de Astérix desde 2006 y la primera hecha en 3D.
Año 50 A.C. Toda Galia está ocupada por los romanos… ¡Eh, un momento! Toda no, les queda una aldea poblada por irreductibles galos que se resisten aún a estar bajo las órdenes del César y mantienen a raya a todo aquel legionario romano que ose entrar en sus dominios. Harto de la situación, Julio César trama un plan maquiavélico: Ya que la fuerza de sus ejércitos no han sido capaces de conquistarles, será la diplomática civilización romana la que se encargue de seducir los imposibles galos. Para conseguir sus objetivos, el César ordena construir cerca de la aldea un lujoso complejo residencial llamado La Residencia de los Dioses. Y aquí viene el gran paradigma ¿podrán los galos resistirse a las comodidades del estilo de vida romano?
La vuelta a lo básico le ha venido de perlas a Astérix que con la renovada animación 3D deja clara una cosa: La animación tradicional en el cine comercial ha muerto. Ya que Astérix continúa la estela que han seguido películas y series clásicas en reconvertirse al 3D para no caer en el olvido como el caso en cines de ‘Peanuts’, ‘Las aventuras de Peabody y Sherman’ o ‘La abeja Maya: La película’ o en series como ‘Calimero’, ‘Heidi’ o ‘Vickie, el vikingo’.
Restando eso, hay que alabar el esfuerzo por aceptar la reconversión pero trayendo la esencia y el alma del cómic original de 1971. Ya que se echaba, y mucho, de menos ese aroma a cine clásico y cómic original que desprendían las primeras cintas de Astérix como ‘Astérix, el galo’ o ‘Las doce pruebas de Astérix’. En esta ocasión, el mensaje del volumen en el que están basados, ‘La Residencia de los Dioses’, es un excelente ejemplo para crear una interesante propuesta que deja muchas cuestiones complejas.
Y la primera es ésta: ¿Vale la pena perder la identidad de uno mismo por las comodidades del dinero? Un metafórico capitalismo acecha y transforma las vidas de los galos. La macroeconomía, la ley del mercado y la demanda o el poseer de forma desmedida. Todo ello inunda y seduce a un pueblo bárbaro que se ve tentado a caer en esas redes y perder su esencia colectiva y social. Toda una declaración de intenciones que va más allá del humor propio del país para mostrar un mensaje universal y crítico. Y es ese tipo de mensajes los que tenían, siempre en clave de humor, los cómics originales de René Goscinny y Albert Uderzo.
Y todo ello gracias a una labor estupendo de guión y dirección. Tras el libreto y como codirector está el actor Alexandre Astier que demuestra su respeto y audacia para traer lo mejor del Astérix original; y el la labor de dirección, junto a Astier, está Louis Clichy, que debuta como realizador pero que tiene experiencia como animador con la titánica Pixar, participó en obras maestras como ‘Wall-E’ o ‘Up’. Y esa magia de Pixar es transmitida a ‘Astérix: La residencia de los dioses’, ese arte de innovar pero mantener la esencia de lo añejo.
Como pasó en España con ‘Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Cachondo’, este Astérix es una excelente propuesta para todos los públicos y una verdadera forma de conectar a las nuevas generaciones a las intrépidas aventuras de estos rebeldes galos.