Crítica de ‘Mi amigo el gigante’ (2016, Steven Spielberg)

“La posibilidad de realizar un sueño es lo que hace que la vida sea interesante” (Paulo Coelho), y en eso se queda ‘Mi amigo el gigante’, en una mera posibilidad interesante, en un sueño a medio realizar. La nueva película de Steven Spielberg es un coitus interruptus en toda regla, ilusiona en su inicio, juega contigo, se deja ver, la saboreas pero justo cuando consigues dejarte llevar y empiezas a disfrutarla empieza a decaer para conducirte a un decepcionante final.

‘The BFG’ es un espectáculo visual adornado por una mágica atmósfera que nunca acaba de arrancar, quieres creer, su atractiva historia parece intentar atraparte pero carece de la fuerza suficiente para ello. Su primera mitad evoca el Spielberg de antaño, el que nos maravilló con las aventuras de Elliot o Peter Pan, dejando una agradable y melancólica sensación que de la manera más cruel se desvanece a medida que se acerca el desenlace. Un original argumento basado en la novela ‘El gran gigante bonachón’ de Roald Dahl que se desmorona de manera incomprensible en manos de uno de los directores más brillantes de todos los tiempos. Algo más de una hora de buen cine con un notable desarrollo acompañado por una estética y personajes que no dejarán indiferente a nadie, pero a partir de ahí la simplicidad se apodera del guion, los atisbos de magia dan paso a un tono excesivamente infantil entregando un final que parecía tener mucha prisa por llegar.

Grandullón es sin duda lo más destacable del largometraje, un logro tecnológico e interpretativo de nivel, todos querríamos tener un amigo gigante como el que encarna Mark Rylance (‘El puente de los espías’). El contrapunto, Ruby Barnhill, representado a una niña huérfana que no acaba de convencer, queda totalmente eclipsada por Rylance, y no por su gran tamaño sino porqué la joven actriz carecer de las dotes interpretativas exigidas para tan importante proyecto. Mención aparte merece la fantástica banda sonora que nos regala John Williams, sin su talento ‘Mi amigo el gigante’ aún sería menos de lo que es.

Te sientas en la butaca predispuesto a disfrutar ni más ni menos que de Steven Spielberg, empieza la película y poco a poco te vas dejando llevar, saboreas la dulce miel en tu boca, parece merecerlo, por unos instantes ves al director que fue pero ‘Mi amigo el gigante’ no es más que un espejismo en el desierto, lo persigues con ilusión hasta que llegas al final del camino y te das de bruces con la realidad, no es lo que parecía y lo peor…su final.