Crítica de ‘Jenny’s Wedding’
(2015, Mary Agnes Donoghue)

Cartel de Jenny's Wedding

Título original: Jenny’s Wedding

Año: 2014 (EEUU)

Duración: 94 min.

Director: Mary Agnes Donoghue

Reparto: Katherine Heigl, Tom Wilkinson, Alexis Bledel, Linda Emond, Grace Gummer,Matthew Metzger, Cathleen O’Malley, Sam McMurray, Alex Wake, Diana Hardcastle, Houston Rhines, Ann Hagemann

Guión: Mary Agnes Donoghue

Fotografía: Seamus Tierney

Música: Brian Byrne

Género: Comedia . Comedia romántica . Homosexualidad

 

Sinopsis: Jenny Farrell ha llevado una vida abiertamente gay con todo su entorno excepto con su tradicional familia. La vida de todos se tambaleará después de que Jenny decida dar el paso y casarse con la mujer que, hasta el momento, los miembros de su familia pensaban que solo era su compañera de piso.

Crítica de ‘Jenny’s Wedding

por Lourdes Lulu Lou

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«Gente feliz no tiene un césped muerto»

Está de moda ser diferente, transgredir las normas, la rebeldía de pastorear fuera del rebaño, de salir del armario para marcar identidad propia, sólo que esta valentía de romper normas y mostrar quién eres realmente, envuelto en tanta suavidad, dulzura, monería y mezcolanza de integración en familia ideal, cuyo único objetivo a la vista es ¡la ansiada boda! que tanto aburre cuando se trata de heteros, como que pierde fuerza, garra y empuje, deseo grato y atracción complaciente pues, en el fondo, no deja de ser lo viejo, lo de costumbre, enmascarado de original y nuevo, es decir, chica soltera cumpliendo su sueño dorado de ¡casarse de blanco!
¡Ay, bendito matrimonio!, ¡para cuántas bonitas y lelas historias das!, aunque sea siempre la misma procesión, con cambiante disfraz, pero similar recorrido, ¡para qué variar!, misma mona, misma fábula, mismo final; sacarte una muela es más interesante, afecta más y deja mayor recuerdo que esta puesta en escena de niña, de buena cuna y pagada educación, a quien gustan las mujeres y osa escandalizar a su respetada familia, diciendo en público, “no es mi compañera, es mi pareja y ¡nos vamos a casar!”
¡Y dale con el dichoso casamiento!; por cierto, ¿cuántas veces se ha casado Katherine Heighl en la gran pantalla?, ¿no está un poco harta ya de ello?, ¡es para coger fobia al susodicho vestido y al nupcial acto!
Gente feliz no tiene un césped muerto, ellos respiran felicidad, al tiempo que tú desfalleces; y te aburres viendo a la hija ideal de papá/hermana envidiada, crecer y decir ¡la espeluznante y ofensiva verdad! que a todos altera menos al vidente que sigue sin disposición, sin aliciente, sin apego.
Con una conexión o intimidad nunca establecida con el relato y sus personajes, los observas rodar sin prestar atención, sin poner entusiasmo, sin ilusionar tu querencia, sin alentar tu apetencia, los ves montar todo este circo, de gran trauma fingido -pues es escasa su veracidad-, para no entretener, ni inquietar, ni divertir a la audiencia pues ningún sentimiento inspira, ninguna escena transciende, ningún diálogo llega más lejos de ser captado por el oído y pasar rápidamente al olvido.
El tedio comunicativo es tan sentido y profundo por la falta de creencia, estima y escasez de motivación o curiosidad alguna que cansa, cabrea, produce desgana, incita a la dejadez auditiva, mata lentamente y es tal el alivio de ver, por fin, ¡la estúpida boda!, con sus perfectas flores y con su música celestial que, ¡vivan las novias!, pues, finalmente acabó esta pantomima absurda sobre declaración sincera de quién se es y sus posteriores intenciones que no seduce, no levanta pasiones, no supone gran drama, no afecta ni emociona ni perturba el alma, únicamente desfila cual encantador cuento de la bella y su pareja que ¡oh, Dios mío!, ¡es del mismo sexo! y altera brevemente la vida ideal de unos ¡tradicionales padres!
Y la música le da mil vueltas a este fofo argumento, sin perspicacia ni inteligencia para narrar algo decente con asumido crédito, escrito con el objetivo de gustar, de ir de atrevidos por juntar mujer con mujer, cuando no es más que salsa casera de toda la vida que finge ir de moderna y novedosa.
Ridícula payasada la ofertada por Mary Agnes Donoghue, gente de bien, decente y correcta, acudiendo a una ¡boda de lesbianas!, donde ¡se dan un beso y todo!, menos mal que han parado los pies ahí y no se han atrevido a ¡llegar más lejos!, ¡imaginas que desvergüenza!
…una opina que aquello no está bien, la otra opina que qué se le va a hacer, y lo que opinen los demás está de más, quien detiene palomas al vuelo, volando a ras de suelo, mujer contra mujer; créeme, la letra de esta canción es mucho más sensible, tierna, preciosa e impactante que toda esta cursi historia.
¿Que se puede ver y pasas el rato?, si; ¿qué vale realmente la pena?, cuestionable; ¿qué aporta algo significante? No, sin cuestión ni duda.

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  • 4.5/10
    Realización - 4.5/10
  • 4.5/10
    Fotografía - 4.5/10
  • 4.5/10
    Montaje y Edición - 4.5/10
  • 4/10
    Música - 4/10
  • 4.5/10
    Guión - 4.5/10
  • 4.5/10
    Interpretaciones - 4.5/10
4.4/10

Resumen

Lo mejor: Busca simpatía, cordialidad y consumo ligero.
Lo peor: Lo obtiene con dejadez de contar la misma historia clásica pero ahora chica/chica.

 

Tráiler de Jenny’s Wedding

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