Todo lo que es gratis, a priori, suele gustar. Un poco como esa frase de “a caballo regalado no le mires el diente”. De hecho, seguramente muchas personas podrán recordar cómo IFEMA, en determinadas ferias, sobre todo en las grandes como FITUR, se llenaba de personas con maletas tipo trolley que arrastraba todo lo que les iban regalando.
Y es que el mercado de los regalos promocionales ha crecido y evolucionado a la misma vez que lo ha hecho la sociedad. Desde bolsitas de tela personalizadas hasta los consabidos pendrive, delantales o abanicos. Lo que está claro es que cuanto más útil sea, más gustará y más y mejor cumplirá su función.
En este sentido, no hay que olvidar el objetivo de los regalos promocionales: la promoción. Una promoción muy distinta a campañas en radio o en televisión, ya que es mucho más específica, precisa y corta. Una campaña en los medios tradicionales siempre llega a mucha más gente que un regalo promocional, sin embargo, los regalos dan pie a tener un cierto orgullo de marca que se traslada al exterior con mayor credibilidad.
El cine como gran precursor de los regalos promocionales
Esto es un ejemplo de lo que hacen algunas películas de cine y lo que se conoce tradicionalmente como merchandaising. Se puede poner como ejemplo todo el marketing promocional que existe en torno a las películas de Star Wars o cualquiera de Disney. Desde llaveros hasta camisetas o sudaderas que simulan a Chewbacca, con las balas bordadas. Todo vale. Por no hablar de las espadas láser.
Aunque Star Wars sea quizá el caso más sonado en este sentido, hay otros muchos que no se quedan atrás, incluso series. ¿Cuántas personas llevarán por la calle una camiseta de Stranger Things o la gorra que porta Dustin? Y los fans se reconocen entre ellos y se sonríen.
Todos estos casos de éxito se pueden trasladar de alguna manera a la vida real de las compañías.
Vuelta progresiva a los eventos físicos
Ahora que parece que están volviendo los eventos presenciales, es una buena ocasión de hacerlo pisando fuerte. En el diseño mismo de una jornada o seminario es tan importante la calidad de los ponentes como la disposición de la sala, la iluminación, la acústica y, sobre todo, la ventilación, especialmente en estos tiempos.
Normalmente siempre se suele dar un dossier con información del evento así como algún regalo, un boli o una libreta. ¿Por qué pararse ahí? ¿Por qué no incluir una mascarilla personalizada? ¿O una cantimplora? ¿O dos tuppers? Se trata de hacer la vida más fácil e intentar estar en el top of mind de los clientes potenciales y que estos puedan hablar de ellos con otras personas.
El cine es una estupendo espejo en el que mirarse para muchas estrategias de promoción: regalos, campañas teaser, los propios trailers…Sólo hace falta elegir cuál casa mejor con lo que se quiere, adaptarla y personalizarla, porque, eso sí, debe haber un hilo conductor y una coherencia con los valores de la firma y con las acciones llevadas a cabo.